Introducción

Antes de entrar con Moss, hagamos un breve recorrido por los campos de PlayStation VR. La realidad virtual está sembrada de videojuegos indies, y no exactamente en el buen sentido. En el caso de las gafas de Sony, quitando una serie de títulos de salida que, haciendo retrospectiva, resultaron ser bastante más dignos de lo que vendría después (me estoy refiriendo a juegos como Until Dawn: Rush of Blood, RIGS, Thumper o Rez Infinite), y una serie de excepciones a lo largo de la vida del periférico (el add-on de DiRT Rally, Resident Evil 7, Farpoint, Skyrim VR, Doom VFR y para de contar), el resto han sido en su mayoría juegos del montón, cuando no experimentos, experiencias y hasta me atrevería a decir ocurrencias.

Ni los increíbles pero extremadamente cortos Batman Arkham VR o X-Wing VR Mission, ni indies supuestamente geniales como SUPERHOT VR, Tethered, Polybius y un largo etcétera, han estado a la altura de lo que, siempre desde mi punto de vista, un jugón mínimamente exigente podría esperar, máxime de una tecnología con este potencial.

Un fenómeno de la realidad virtual es que a muchos que estamos en la treintena, e imagino que también a otros más jóvenes, nos ha devuelto la ilusión de la infancia. Por eso hemos sido, por lo general, muy magnánimos con cuanto nos "echaban" para jugar. Pero con el tiempo algunos nos fuimos volviendo escépticos: “¿por qué hablan de esos indies como maravillas cuando son simplemente correctos?”, me decía a mí mismo. No había en PSVR nada ni remotamente parecido a INSIDE, Shovel Knight, Thimbleweed Park o Undertale, por ejemplo, todos ellos juegos independientes de PS4 pero must have.

Moss 1

El primer gran indie de PSVR

Así que la falta de juegazos en PlayStation VR no era una cuestión de medios, sino de inspiración, ganas, limitaciones por una nueva tecnología o vete a saber. Pues bien, el título que toca analizar hoy, Moss, da un puñetazo sobre la mesa y reclama para la realidad virtual el lugar que pueden alcanzar los desarrollos indies, en este caso de una empresa que se lo ha currado muchísimo como es Polyarc.

En Moss encarnamos al Lector, una especie de deidad o criatura misteriosa que, desde la perspectiva de una persona de tamaño normal, observa las andanzas de Quill, una ratoncita la mar de salada que dan ganas de llevarse en carne y hueso como mascota.

Desde nuestra posición elevada, decía, contemplaremos a la pequeña Quill avanzando a lo largo de caminos, poblados, grutas y antiguos templos, todos de tamaño mini, en lo que sería una civilización ficticia de ratones oculta en la espesura del bosque. Sin embargo, a poco que levantemos la vista y miremos alrededor, veremos árboles, arbustos, animales e incluso objetos humanos a escala real, aunque obviamente inmensos para Quill.

Lo primero que destaca es cómo entra en escena la diminuta roedora, y de pronto primera sorpresa: ella nos está observando muy sorprendida, tras recoger una gema brillante que nos ha invocado. Es entonces cuando, al mirar hacia abajo, a un lago, vemos reflejada nuestra cara en forma de máscara y definitivamente tomamos conciencia de nuestra posición, de quién somos. Ya estamos ahí.

Moss 2

Dos controles con un solo mando

A lo largo de la aventura manejamos a dos personajes: Quill salta, escala, esquiva y lucha con su espadita, mientras que el Lector, a través de una bola de luz, puede manipular ciertos objetos, poseer a los enemigos e interactuar con Quill, principalmente para curarla pero también para hacerle carantoñas o, por qué no, chocar esos cinco. La ratona se maneja de la forma tradicional con el stick y los botones frontales del Dualshock 4, mientras que la bola de luz es el propio mando que movemos nosotros, y puede activarse pulsando cualquiera de los botones L/R. Nuestra cabeza, por cierto, será un elemento de control más, que nos permitirá observar desde nuevas perspectivas en busca de rutas alternativas y objetos ocultos.

Sí amigos, hablamos de uno de los usos más inteligentes que se ha dado a la famosa luz del Dualshock 4, que a menudo no vale para nada. Pero hablamos también de un concepto nuevo, consistente en controlar dos personajes distintos con un mismo mando, algo completamente imprescindible para avanzar en esta aventura.

Un viaje épico a escala de ratón

Hablando de aventura, en Moss avanzamos a lo largo de varias zonas por un mismo recorrido: Quill entra en escena, el Lector lo observa todo desde la altura, superáis juntos los distintos retos y se carga otra zona, que es una continuación de la anterior. Una vez finalizado cada capítulo empiezas en un escenario totalmente distinto, siempre dividido en varios segmentos consecutivos. Lo más probable es que se haya optado por este sistema para evitar el desplazamiento libre y los posibles mareos consecuentes, además de que Moss nos sitúa, como el Lector, en el punto óptimo para observarlo todo.

Los retos que Moss pone sobre la mesa no es que sean para jugadores hardcore, aunque tiene más de un puzle bastante puñetero. Estos juegos de ingenio se combinan con unas secuencias de acción sencillas pero disfrutables, en que nos batiremos con diversos insectos mecánicos.

Respecto a la duración, Moss no es muy largo, pero tal vez sea lo mejor: quizás la magia de este título consista en sorprender en cada uno de los escenarios, arrancándonos una expresión de asombro y franca admiración por el trabajo de Polyarc, algo que se habría perdido de caer en la monotonía. Sea como sea, este viaje me ha durado mis cuatro horitas, y ha sido un tiempo en que dejaba de estar en mi habitación para encarnar al Lector en un lugar mágico, literalmente.

Moss 3

PSVR: la ventana a un mundo maravilloso

Puede que, si has llegado hasta aquí, pienses que Moss es interesante, pero no acabes de ver por qué es tan bueno. Déjame que te lo cuente: por la pura e inconfundible belleza. Nada más empezar nos vemos en el interior de una gran catedral, ante un atril donde descansa el libro que va narrando la historia de Quill y al que volveremos entre capítulos. Cuando quieres darte cuenta ya tienes la boca abierta.

Y eso no es nada. Jugar a Moss es deleitarse con una ambientación de ensueño donde cada detalle está cuidado, es quedarse embobado mirando no sólo la zona por donde camina Quill, sino todo el entorno, encontrando elementos sorprendentes y, si me permitís decirlo para que quede claro, flipando en colores.

Además del apartado artístico, sobresaliente como ya he dicho, el apartado visual en lo puramente técnico le va a la zaga, con una nitidez inusitada para la realidad virtual. Se ve que Moss es exclusivo de PSVR y no un juego de la tele adaptado, ni un título multiplataforma: cada elemento gráfico está medido al milímetro y sinceramente, si alguien duda de la capacidad de PS4 para gestionar esta tecnología, que pase y vea. En una palabra: alucinante.

Mención especial para las animaciones de Quill, que parece una criaturilla no sólo entrañable, sino completamente viva. Las interacciones con el escenario ayudan en este sentido: la ratoncita deja sus huellas en la arena, puede cortar la hierba a golpe de espada, mece las ramas al tocarlas -nosotros, como Lector, también podemos con nuestra bola de luz- y en general tiene toda una serie de gestos y expresiones que nos harán querer darle un achuchón virtual en todo momento.

Moss 4

Sonido a la altura, pero del español ni rastro

El apartado sonoro de Moss acompaña perfectamente al gráfico, con unas melodías de fábula y unos efectos ambientales por todo lo alto. Sin el sonido estaríamos ante un bonito cuadro, pero con él nos transportamos directamente al escenario. Quill, con todos sus ruiditos, se siente completamente viva, vibrante; y una narradora se encarga de ir contando este cuento a medida que avanza, a modo de voz en off.

Eso sí, olvidaos del castellano. Las voces del juego vienen en el típico triunvirato inglés / francés / alemán, con los subtítulos en estos idiomas, además de japonés y coreano. De todas formas, doy fe de que puedes enterarte de la historia y disfrutar de Moss sin entender ni jota.

La verdad es que duele ver que un idioma como el español no viene ni en los subtítulos -porque, además, una traducción neutra puede servir también para todo el mercado hispanoamericano-, pero es lo que hay amigos. Uno ya no sabe si va antes el huevo o la gallina: ¿compramos juegos en inglés para que las compañías vean buenas ventas y se animen a traducir futuros títulos, o al revés, los evitamos para que se lo piensen mejor antes de no localizarlos?

Sea como sea, no dejéis que el idioma os impida jugar a Moss porque, como ya os he dicho, no es necesario para entender la historia, y además sólo vais a salir perdiendo vosotros mismos.

Moss 5

Conclusión

Moss es un juegazo como la copa de un pino y, al igual que los platos exquisitos o las joyas más finas, no destaca por la cantidad, sino por la calidad que atesora.

Evidentemente me habría encantado que la historia de Quill durase mucho más, pero, como ya he dicho, cuando algo es tan original, bonito y entrañable, tal vez es mejor no saturarse, dejando la puerta abierta a una segunda parte que ofrezca más y que esperemos llegue algún día.

De momento me quedo con un juego de esos que sorprenden, y que se cuentan con los dedos de la mano en cada generación. Un título que va a vender PlayStation VR a todo el que lo pruebe, sin la menor duda.