SUPERHOT VR, versión para realidad virtual de un juego que ya se codeaba con las televisiones convencionales, es una locura... una bienvenida locura. Siempre he dicho que la última gran película del cine fue Matrix, que sentó cátedra y fascinó a una generación. Han sido muchas las pelis y juegos que han intentado imitar su estilo con eso del bullet time, pero hete aquí que inicias este videojuego, a fin de cuentas menor, indie, y de pronto te das cuenta de que capta como nada antes esta esencia "a lo Matrix".

Efectivamente, eres una especie de hacker (¿te suena?), que se encuentra en una habitación llena de ordenadores con monitores de tubo. Ante nosotros, un único y misterioso disquete de 3.5 pulgadas y, sobre nuestra cabeza, un aparatoso y hasta grotesco casco de realidad virtual, unido a un entramado de cables que cuelgan del techo. Ya el entorno resulta extraño y psicodélico, un punto que el juego va a mantener a lo largo de todo su desarrollo.

Cabe mencionar que antes de llegar a esta habitación, a partir de la cual empieza el juego propiamente dicho, tenemos que superar una serie de fases a modo de tutorial, para ir calentando motores. Bueno, ¿pero en qué consiste el juego?

Nuestro personaje, del que sólo vemos las manos controladas por los PlayStation Move, debe avanzar a lo largo de una serie de niveles, básicamente matando a todo bicho viviente. Los enemigos son una especie de sicarios o mafiosos que no cejarán en su intento por asesinarnos. No hay tregua, no hay escape: esto es matar o morir.

En la versión de realidad virtual no hay desplazamiento libre, ni falta que hace. En SUPERHOT VR los creadores nos han situado justo donde hay que estar, y la dinámica jugable no pide en ningún momento que nos desplacemos, no es algo que se eche de menos. Cada fase está dividida en varios niveles, y cada uno de ellos nos coloca en un lugar concreto de un mismo entorno. Es, para entendernos, como si usáramos el sistema de “teletransporte” que a mí particularmente no me gusta, sólo que en este caso es el propio juego el que te va situando en los diversos puntos del recorrido para acabar con los enemigos de la forma más espectacular.

Una vez concluida cada fase empieza la siguiente, en un nuevo entorno por el que volvemos a avanzar a base de distintos niveles. Cabe destacar que este videojuego es de la vieja escuela: aquí, si mueres, vuelves a empezar la fase desde el principio. Habitualmente hay cinco niveles por cada fase, pero a veces son menos. Por momentos es tan difícil que me pregunto si todos los análisis que se han hecho de SUPERHOT VR han sido sobre el juego ya terminado. En mi caso así ha sido, pero lo mío me ha costado, y eso de por sí ya es un punto diferente en estos tiempos de savegames interminables y ayudas para casuals. Morirás decenas de veces. Lo bueno de esto es que empezarás a saber de memoria por dónde van a aparecer los enemigos -que no siempre hacen lo mismo aunque son bastante predecibles-, los objetos de los que puedes disponer, y la mejor forma para salir al paso. Cada vez que reinicies una fase, irás resolviendo los niveles más rápido, hasta llegar a ése donde te has atascado. E ir superando los niveles más rápido, en SUPERHOT VR, significa ser el puñetero Neo de Matrix, tal cual.

Bueno, vale, pero ¿cómo funciona el juego? La gracia de este SUPERHOT VR es que el tiempo se detiene si nosotros no hacemos nada. Es decir, puedes empezar un nivel, observar a tu alrededor, pensar la jugada y probar suerte ante los varios enemigos que ya están ahí, o que van apareciendo por las esquinas. A poco que nos movamos el tiempo avanza, lo cual quiere decir que los adversarios también. Desde mi experiencia, existen tres velocidades:

  1. Mover la cabeza: aunque podemos mover los ojos para observar todo mientras el tiempo se detiene, desplazar la cabeza ya implica un lento avance de los acontecimientos, ya sea para mirar en otra dirección o para esquivar las balas, de lo que hablaremos luego. Es la velocidad más lenta.
  2. Mover las manos: cuando apuntamos o intentamos coger un objeto, el tiempo avanza a una velocidad moderada, tanto más alta cuanto más movamos las manos. Esto es un poco extraño, porque en determinados momentos nos veremos queriendo que el tiempo avance voluntariamente, y la mejor forma para eso es ir agitando los brazos, como si fuéramos una especie de director de orquesta chiflado.
  3. Ejecutar acciones: Todo lo que sea disparar, coger un objeto, lanzarlo o usar poderes psíquicos - sí amigos, se desbloquean en un momento del juego - implica un intervalo de avance en tiempo real. Es la velocidad más rápida, y hay que tener todo bien atado antes de hacer nada de esto.

Una vez entendida la mecánica jugable, el resto es sencillo. En los niveles disponemos de varios objetos para recoger y utilizar, desde un cenicero hasta diversas armas, pasando por cuchillos, latas... de todo. Incluso podemos arrebatar sus armas a los enemigos lo bastante desaprensivos como para acercarse demasiado.

Con el sistema de cámara lenta y la gestión de objetos, inventaremos mil y una formas para salir al paso, por ejemplo, disparando a un enemigo mientras robas el cuchillo de otro y se lo lanzas a un tercero, todo esto a la vez que esquivas los proyectiles que te dispara un cuarto. Los objetos sirven, además de para golpear, para interceptar ataques y parar las balas, y a esta velocidad ralentizada ¡puedes incluso cortarlas a golpe de machete!

Decía que SUPERHOT VR es muy Matrix, y llegados a este punto puede que ya lo hayas pillado. Uno de los varios logros, de hecho, se llama The Chosen One (El Elegido) no por nada. A medida que se nos vienen encima las balas con su correspondiente estela, será nuestra cabeza, bueno, y nuestro tronco entero, los que se revolverán en la silla para ir esquivando todo. Si tienes objetos (reales) cerca, ojo porque les darás más de un golpe.

Con respecto al comportamiento de los PlayStation Move en esta locura interactiva, podríamos definirlo como muy bueno. Es sorprendente lo bien que se puede apuntar, cómo dirigimos nuestras balas hacia donde queremos y cómo, incluso disparando desde la cadera, la precisión es sobresaliente. Desgraciadamente no se puede decirlo mismo de la PlayStation Camera. Como no paramos de mover la cabeza, en mi experiencia conviene pulsar el botón options (el viejo start en los Move) para recalibrar el juego entre niveles; si no, a veces nos veremos un poco desplazados y nos será difícil alcanzar algunos de los objetos, con la consiguiente frustración.

Entrando en el apartado gráfico, resulta llamativo que lo mejor recreado es sin duda la habitación de los ordenadores, a la que volveremos cada varias fases para cambiar de disco e ir avanzando por esta espiral virtual sin retorno. Lo que son las fases en sí, sin embargo, son bastante más sencillas y además de un pulcro color blanco, lo cual está hecho a propósito para que los enemigos, de rojo, destaquen en el entorno. El color negro de los objetos que podemos usar completa esta tricromía demencial, que aumenta más si cabe la sensación psicodélica de todo el juego. Aunque SUPERHOT VR no va a ganar un premio por sus gráficos, podríamos decir que cumplen.

Lo mismo vale para el sonido. Sin música de ningún tipo, que en este caso no tendría sentido, los efectos de sonido acompañan a la acción, y por tanto se distorsionan a medida que el tiempo se ralentiza o avanza. En determinados momentos parece oírse un “tic-tac” para elevar un poquito el nivel de estrés, ¡qué bien!

Con respecto a los mareos - aunque a mí particularmente me resulta difícil hablar de esto en los análisis porque es muy subjetivo -, hay que tener en cuenta que en SUPERHOT VR no hay desplazamiento libre y por tanto es bastante improbable que nadie sufra mareos. Lo que si es fácil, por contra, es quitarse las gafas de realidad virtual y tener la cabeza como un bombo tras esquivar balas, lanzar cuchillos, parar proyectiles con una sartén, lanzarla como un frisbee, pegar un puñetazo a un sicario... y todo eso mientras miras con cara de loco en todas direcciones.

Desgraciadamente, y como ocurre casi sin excepción con todos los juegos de realidad virtual, SUPERHOT VR aspira a poco, y ofrece bien lo que pretende, pero no da para más. El modo “historia”, si es que se puede llamar así, dura unas tres horas, incluyendo todos los reintentos (que son muchos). Si se completara de seguido, no llegaría a la hora. Por suerte, una vez terminado el juego -con un final que me ha recordado a uno de esos creepy pastas de internet-, volveremos a la habitación de los ordenadores, donde, además de unos post-it pegados en la puerta con los logros que hemos superado, ¡veremos toda una colección de nuevos disquetes!

Cada uno de estos disquetes es un modo de juego nuevo, que alarga la experiencia si te has quedado con ganas de más. Concretamente son dos modos contra-reloj (uno en tiempo real y otro en tiempo de juego), uno hardcore de gran dificultad, uno en el que sólo puedes acabar con los enemigos a base de impactos en la cabeza, uno en el que no puedes morir o empezarás el juego desde cero, y uno más en el que nos enfretaremos a hordas de enemigos. Éste último, llamado endless, tiene la peculiaridad de que nos permite elegir entre varias fases nuevas, distintas a las del modo historia, lo cual es muy de agradecer.

CONCLUSION

SUPERHOT VR es una corta e intensa experiencia que no da para más, pero se disfruta de principio a fin, y logrará dibujarnos más de una sonrisa mientras estamos deseando volver a empezar una fase. Otras veces resultará frustrante, pero juega bien con este equilibrio.

Hay quien dice, no entiendo muy bien por qué, que los juegos de realidad virtual no pueden ser analizados como si fueran juegos convencionales. Yo, desde que probé Resident Evil 7, tengo muy claro que los juegos de realidad virtual no solo pueden, sino que deben aspirar a ser JUEGOS con mayúsculas. Puedo asumir un apartado gráfico más modesto, pero no tengo por qué justificar una duración muy corta o unas dinámicas limitadas.

Por tanto, me temo que SUPERHOT VR se une a los muchos juegos de realidad virtual que se conforman con ofrecer una experiencia, y que podrían dar mucho más de sí. Es un juego original, es disfrutable y, para el que se pique, puede enganchar bastante. Pero una duración demasiado escasa y unas aspiraciones que desde el principio se adivinan nulas, empañan el conjunto, que sin embargo plantea ideas muy novedosas que no dudo serán reutilizadas en el futuro. En definitiva y en mi opinión, otro más.