Como tenemos la (buena) costumbre de hacer, hoy os traemos un nuevo relato ambientado en uno de esos juegos que nos marcan como jugadores, que dejan un poso que sólo está destinado a los más grandes, que permanecen en nuestro recuerdo más allá de las palabras "THE END" y se quedan allí una larga temporada. Es el caso de Life is Strange.

Tras ofreceros el relato de Atreus para God of War, hoy viajamos algo más atrás en el tiempo para contar una historia asociada con el genial juego de Dontnod Entertainment, un título que ha hecho que miles de jugadores amen los videojuegos todavía más, y estén perdidamente enamorados de sus protagonistas.

Se trata de una historia original, totalmente inventada y que no tiene nada de oficial respecto al juego, simplemente una historia inspirada en Life is Strange, un extracto del diario de Max.

Que lo disfrutéis...

Life is Strange: La Tormenta

Me encuentro en la colina de Arcadia Bay, junto al faro, contemplando la tormenta que amenaza mi ciudad natal desde hace una semana. Los nubarrones negros han sumido en penumbra los días y siento que esa especie de tornado gigante se va a tragar todo y a todos.

Estoy pensando en qué va a ser de nosotros. Aunque más que en mí, pienso en Chloe y en Warren, en Victoria y en Nathan, e incluso en el profesor Jefferson. Me pregunto por qué ahora sí pienso en lo que pueda sucederles cuando la tormenta se trague esta ciudad y no cuando me marché de aquí, hace cinco años.

Es curioso que nos preocupemos por las cosas y las personas cuando ya no hay nada que hacer, cuando ya está escrito el curso que toman y no podemos hacer nada por remediarlo; el remedio siempre está en nuestras manos, pero cuando tenemos tiempo y herramientas para usarlo, lo tiramos por el desagüe del lavabo.

Es muy fácil arrepentirse de una decisión cuando ya conoces las consecuencias, cuando conoces el futuro que espera tras la puerta número uno, y te preguntas por qué no escogiste la número dos. Ahora repaso todas esas decisiones que he tenido que tomar estos días, e incluso aquellas que tomé años atrás, e imagino lo que podría haber sido.

Pienso mucho en Kate, en si podría haberme acercado más a ella y estar a su lado apoyándola cuando lo necesitaba, o puede que antes. Somos muy egoístas y nos centramos constantemente en nosotros. Caminamos ciegos por la vida y cuando abrimos los ojos, nos damos cuenta de que estamos malgastando tiempo y esfuerzo en esas batallas absurdas que son los problemas que nos torturan puntualmente, y entonces vemos que son otros los que tienen que luchar a diario con auténticos monstruos que les están poniendo constantemente en peligro.

Puede que no hubiera cambiado nada, pero por lo menos se habría sentido mejor en aquellos momentos que yo pasé cerca de ella y no le hablé, o en aquellos en los que no profundicé en cómo se sentía y pensé que un abrazo sería suficiente: nunca lo es, las personas necesitamos mucho más que eso.

También pienso en Warren, en su actitud hacia mí y si yo he podido hacerle daño en algún momento. Nunca he conocido a un chico tan bueno como él, generoso y solidario; un chico que merece mucho la pena tener como amigo, con el que siempre he podido contar. ¿Ha podido contar él conmigo también, o he estado tan ensimismada en mi mundo y en Chloe que no he podido ver ni agradecer todo lo que ha hecho por mí?

Pero quien centra mis pensamientos es Chloe, quien hace años era más que una amiga: éramos uña y carne, inseparables desde pequeñitas. Ella está presente en todos mis recuerdos de Arcadia Bay, tanto buenos como malos, y estoy segura de que yo lo estoy también en todos los suyos.

No sé por qué el día que abandoné esta ciudad también la abandoné a ella; no volvimos a hablar ni a escribirnos. Nuestras vidas se separaron de forma súbita y sin razón, pues salir de aquí no tenía por qué haber significado romper con el pasado.

La eché de menos cada día de los cinco años que pasé fuera, pero la extrañé aún más cuando volví y nos reencontramos de aquella forma tan extraña en los aseos de la Academia Blackwell: ella ya no era la misma Chloe y yo ya no era la misma Max.

Y esto es lo que más me angustia en este momento, de lo que más me arrepiento y para lo que menos explicación tengo: por qué me permití romper esta amistad.

Sigo esperando junto al faro que el cielo amenazador engulla Arcadia Bay y no puedo evitar plantearme todas estas cosas. Sigo siendo torturada, como todos, por la tormenta interior que nos hace dudar y desear echar el tiempo atrás para que, con lo que sabemos en el momento actual, regresemos a esa decisión que tuvimos que tomar y que casi siempre nos va a resultar totalmente equivocada.

Cualquiera daría lo que fuera por volver a esos instantes que marcan el devenir de los acontecimientos por irrelevantes que nos parezcan, por poder concentrarse en esas fotografías y estar allí de nuevo para tomar esa otra decisión que se perdió en una posible realidad alternativa. Yo misma desearía volver al momento en que perdí a Chloe, volver a antes de la tormenta.

Puede que lo haga.

Sí, puede que lo haga ahora mismo.

[aawp box='B079D3WYGL']