Cuando escribo artículos de opinión, tengo la costumbre de referirme a los viejos tiempos. Eso sin duda es un síntoma de que los años no pasan en balde y me voy haciendo mayor. Es también, o al menos siempre lo fue, un síntoma de un mayor conocimiento, cuando se supone que hablas por la voz de la experiencia.

Sin embargo, vivimos en unos tiempos donde, de la noche a la mañana, los mayores han visto que su experiencia ya no vale para nada, porque todo cambia muy deprisa. El venerable abuelo, que podía aconsejar a sus hijos e incluso nietos, ahora sencillamente no entiende en qué mundo viven, y se va construyendo una burbuja alrededor.

Por suerte yo no soy tan viejo como para que mi experiencia no sirva. Al fin y al cabo, este mundillo de los videojuegos, a pesar de lo mucho que ha cambiado, no deja de ser relativamente nuevo. Sencillamente me subí en uno de los primeros trenes, así que voy a contaros cómo ve un veterano el panorama actual.

La cosa es que hace días vi una noticia sobre el E3, un certamen que siempre tiene en vilo a la comunidad, donde se leía que Hideo Kojima no iba a llevar su ya famoso Death Stranding. Según parece quiere "centrarse en el desarrollo del título". Después, ya finalizada la feria, no he hecho sino confirmar mis peores temores, tras haber visto cómo varios juegos anunciados hace años se lanzarán dentro de otros tantos. Más y más vídeos de lo mismo, año tras año.

Esto me ha dado que pensar. Y claro, como os decía, enseguida he puesto en marcha la maquinaria de los recuerdos, y me he empezado a preguntar hasta qué punto está cambiando esto y cómo será dentro de otros 20 años. Me estoy refiriendo concretamente a los plazos de desarrollo.

Como os decía si me permitís contaros una batallita, yo me inicié de lleno en los videojuegos con el Amiga 500. Ese ordenador, que a muchos ni os sonará, era el buque insignia de Commodore, una empresa americana que en su día partió el bacalao. El caso es que, en medio del ZX Spectrum, el Amstrad CPC y el Propio Commodore 64, apareció este pepino. Para que lo entendáis, sería como si ahora sacaran una consola treinta veces más potente que la próxima Xbox Scorpio. Eran tiempos en que la tecnología daba saltos más allá de multiplicar megahercios y terapflops, y de pronto se hacía la magia.

El Amiga 500 tenía un precio de 99.000 pesetas, o sea 600 euros, que por entonces en proporción era mucho más. Y venía "pelao" por cierto, vamos, que no incluía ni el joystick. Pero los juegos, ¡ay los juegos! Eran maravillas en forma de sprites. Sin embargo, a pesar del gran salto cualitativo, las compañías siguieron desarrollándolos a buen ritmo. Incluso existían"multis" que en realidad no eran tales, sino juegos con el mismo título y argumento, pero programados desde cero para cada sistema. Lo que trato de decir es que se podía abarcar mucho más.

Es verdad que por entonces todo era más sencillo, pero tenía mucho encanto. Eclosionaban empresas por doquier, capaces al menos de sacar un juego y probar suerte. Muchas desaparecían tal cual habían llegado, otras plantaron los cimientos de lo que son ahora, como Ubisoft o EA.

Y hemos llegado a un punto en que sólo empresas inmensas como éstas, con sus propios stands independientes en el E3, pueden permitirse desarrollar los juegos que ahora exigimos y que cada vez son más largos, necesitan más personal, requieren un guión de película, implican a artistas, dobladores, etc. ¿De verdad nos sorprende que intenten colarnos DLC de pago? De lo contrario estarían cobrándonos 100 euros por cada juego, yo lo tengo muy claro. ¿Qué ocurriría si, por ejemplo, Capcom sacase en pleno 2017 un juego como el primer Resident Evil? Pues que la antaño obra maestra de culto sería hoy tratada como un juego mediocre, de "escasa duración", con "una cámara que no acompaña a la acción", con "gráficos desfasados", etc. Las compañías desarrolladoras necesitan cada vez más tiempo y recursos para sacar adelante proyectos que satisfagan a los consumidores, es decir, a nosotros.

Entonces, volviendo a este Death Stranding de Kojima-san y su ausencia el E3, me pregunto: ¿qué quiere hacer este buen hombre? ¿Qué demonios estará barruntando para no poder ni mostrar unas capturas? Y, sobre todo, ¿en qué punto de su desarrollo está el juego tras un año desde que fue anunciado? Chavales, en doce meses antes te sacaban cinco juegos y no penséis que eran una porquería, ni mucho menos. Ahora resulta que no pueden ni siquiera mostrar nada nuevo porque, ejem, están... "centrados en el desarrollo".

Hoy en día, lo más parecido a los juegos de la vieja escuela son los llamados indies, pero sería incorrecto decir que son como los clásicos: sí, evidentemente son más sencillos y accesibles que las grandes producciones, pero siempre se ponen a éstas como ejemplo a seguir, tratarlo de imitarlas lo mejor posible y compensando unas carencias evidentes con algunos toques de originalidad, como un quiero y no puedo. Son, en definitiva, juegos amateur que directamente asumen estar por debajo de los triples A.

Con esto no quiero decir que no me gusten los nuevos desarrollos multimillonarios. Miro atrás y me doy cuenta de que la calidad de los juegos ha mejorado en general. No sólo en el aspecto técnico: hay también toda una serie de dinámicas más complejas, de argumentos más enrevesados, de valor añadido. Pero no ha salido gratis.

La generación de la PlayStation 2 fue un lujo donde aún desbloqueabas extras al completar los juegos. Para mí supuso el final de un ciclo. Con PlayStation 3 llegaron los primeros DLC de pago, y con PlayStation 4 hemos llegado a un punto en que, por ejemplo, Square Enix nos presentó a bombo y platillo su remake de Final Fantasy VII en el E3 del año pasado y, si me apuras, tendremos que dar gracias cuando lo veamos un lustro después. No será por tanto de extrañar que el juego no sólo aparezca por episodios, sino que además venga acompañado de múltiples DLC. Vamos, que intentarán rentabilizar hasta el último céntimo, incluso a costa de sacrificar la imagen de un clásico imperecedero como es éste. Y digo yo: ¿no habría sido mejor algo más barato de hacer, más rápido de sacar, y que seguramente todos habríamos disfrutado igual e incluso más? Se cambia el ingenio por los efectos especiales señores, como pasa también en el cine.

Lo que está sucediendo es lo siguiente: por lo que cuesta un juego, tienes sólo una parte de él. A cambio, lo que obtienes es un producto con un nivel de producción altísimo, que para ser rentable debe venir acompañado de una miríada de DLC y extras a base de pasar por caja. No me gusta NADA, pero no deja de ser razonable. Todos se están apuntando a esta moda, que es una subida de precios encubierta. Pero amigos, es que necesitan cada vez más personal y más tiempo para finalizar sus desarrollos.

Voy a acabar como he empezado, contando batallitas, y os diré que antes no sé qué tenían los videojuegos, pero siendo tan sencillos al mismo tiempo resultaban divertidísimos. Eran más JUEGOS, más de reflejos, de picarse para superar los niveles, de cogerles el puntillo. Francamente, no sé si prefiero la simple y sana simplicidad de aquellos, o que me pongan los dientes largos con el vídeo del enésimo juegazo, que sin embargo no voy a poder catar hasta pasados varios años.