Para qué engañaros, llevo una temporada algo alicaído.
Busco los motivos y no termino de encontrarlos, ya que afortunadamente no tengo grandes problemas en la vida.
Bien pensado hay algunas cosas que, sumadas unas con otras, podrían contribuir a ese estado de desánimo. Pero una es especialmente sintomática: ¿qué hago yo delante de la TV con la consola encendida, el mando en mano y tragándome vídeos random de YouTube???
Hasta ahora para mí, como supongo que para muchos, la llamada caja tonta combinada con PlayStation era una ventana a otros mundos, una sana vía de escape donde yo encontraba la variedad y los estímulos suficientes para conducirme por la vida con una sonrisa.
Hablo en pasado, pero no me malinterpretéis: ahora he retomado Final Fantasy VII Rebirth y, madre de Dios, pedazo de obra maestra que se han sacado de la chistera. Me hace pensar en lo diferentes que son los equipos internos dentro de una misma compañía, dando como resultados esta joya o el decepcionante Final Fantasy XVI.
En definitiva que poco a poco me voy recuperando, pero ¿de qué exactamente? ¿Qué me hacía encender la consola incluso con un cierto escepticismo, privándome de esa vía de escape que para mí es tan importante?
Pues ni más ni menos que la deriva de Sony, de la que ya avisé hace tiempo.
Para mí hay dos claros culpables: por un lado está Microsoft, que básicamente ha mandado el tablero de juego a hacer puñetas, y por el otro Sony, que ha demostrado la escasa confianza que en el fondo tenía en su marca PlayStation.
De Microsoft poco hay que decir, sinceramente. No creo que sea una compañía especialmente apreciada por nadie, salvo por los usuarios acérrimos de Xbox. Llegó al mundillo olisqueando el éxito de PlayStation, en unos tiempos donde si cabe tenía más poder, ya que ni Amazon, ni Google, ni Apple eran tan preeminentes.
Por entonces se hablaba de Bill Gates y sus billetes. Sabíamos que Microsoft se había enriquecido por ejercer un descarado monopolio con Windows. Unos temíamos Xbox, otros la vieron como una vía de escape a la frustración por las caídas de Sega y Nintendo. Todos en cualquier caso pensábamos que aquella consola podría dar un golpetazo sobre la mesa.
No ocurrió en esa generación, ni en la siguiente, ni en la siguiente... hasta que Microsoft se hartó de competir, que nunca ha sido lo suyo, y más que un golpe mandaron a tomar por saco el tablero de juego al completo, adquiriendo grandes editoras multiplataforma como ya es sabido.
Lo irónico del asunto es que, a la vista de los acontecimientos, no parece que el objetivo fuera llenar Xbox de triples A por cuatro duros para disputarle el mercado de hardware a Sony, sino más bien hacer un disimulado y digno viraje hacia una editora third party que de hecho ya está sacando juegos en otras plataformas.
Por el otro lado está Sony, donde no entendieron esto último. Los accionistas sólo veían que les quitaban el sacrosanto Call of Duty y básicamente se pusieron en modo conspiranoico, como si PlayStation ya estuviera condenada y tuvieran que adelantarse a un supuesto futuro negro.
No voy a repetir aquí todos los errores que Ryan lleva cometiendo desde entonces, y que no parecen haberse enmendado pese a su marcha. Lo gracioso del tema, para descojonarse incluso, es que sólo hacía falta seguir como antes.
Tras las últimas decisiones de Microsoft, que incluyen el lanzamiento de sus juegos en otras plataformas y el empeoramiento manifiesto de Game Pass, imaginad una PlayStation que ahora estuviera recibiendo dos o tres títulos first al año, verdaderamente exclusivos, centrados en las grandes aventuras para un jugador, apoyando además el ecosistema de PS VR2. ¡En definitiva lo que ya era PS4!
Sony ya se habría llevado la generación y, me atrevería decir, el futuro del entretenimiento doméstico de sobremesa. Porque no os confundáis: se venden muchas PS5, pero el precio de todas estas malas decisiones aún está por pagarse.
Particularmente sobre PS VR2 quiero detenerme. No me chupo el dedo, que conste: escribí un artículo sobre el escaso apoyo que estaba recibiendo el aparato, y otro sobre su panorama a día de hoy y por qué a pesar de todo me lo había comprado.
Pero no me esperaba lo de Astro Bot...
Desde el momento en que privas a tu nuevo visor de EL JUEGO de realidad virtual por antonomasia, todo para tener una novedad que ofrecer a la masa de usuarios porque has puesto a todos tus estudios a hacer puñeteros juegos como servicio... En ese momento, decía, amigo se te ha caído la careta.
¡Es que ni un puñetero modo VR le han puesto, aunque sea perdiendo funcionalidades! Dicen, por supuesto, que el nuevo Astro Bot estaba concebido desde el principio para la tele, lo cual no exime del escándalo, sino más bien lo contrario. En cualquier caso basta un vistazo para apreciar todos los elementos que ya vimos en Rescue Mission.
Esto es un negocio, eso está claro. Si PS VR2 no ha vendido tanto como supongo esperaban por 600 napos (sic), es razonable pensar que desde Sony no le van a dedicar grandes recursos.
Pero algunas cosas son un símbolo, un emblema, algo casi sagrado. Con algunas cosas no estás invirtiendo en beneficios materiales, sino en tu propio prestigio y en la confianza de tus clientes.
Astro Bot era el juego que todos los usuarios de PS VR2, por pocos que seamos, esperábamos como agua de mayo. Verlo anunciado a bombo y platillo para la tele duele por las implicaciones que esto tiene, hasta el punto de que aquel entrañable personaje ahora se torna en un ser repelente. Casi a la vez Sony lanza su adaptador de PS VR2 para PC, prácticamente "invitándonos" a dar el salto a los ordenadores.
Total que para no extenderme más, volviendo al tema de mi reciente melancolía, llevaba unas semanas delante de la TV, con una consola que no reconozco y la firme idea de cambiar de sistema tras cinco PlayStation, que se dice pronto chavales.
Está por ver cómo se resuelve el resto de generación, que a la vista de los acontecimientos y dejando de lado la burbuja donde está Nintendo, es de lejos la peor que recuerdo.
Pero en definitiva lo de Astro Bot ha sido la gota que colma un vaso lleno de malas decisiones y, aunque nada me gustaría más, ya dudo mucho que Sony pueda recuperar mi confianza. Espero que al menos les haya salido rentable.