Dear Esther: Landmark Edition marca la tercera vez que Dear Esther ha sido lanzado. Desde sus humildes comienzos como un mod libre de Half-Life allá por el 2008, The Chinese Room lo actualizó y lanzó como un juego completo en 2012, llegando 4 años después a la actual generación de consolas. Dear Esther es lo que podríamos denominar como un "walking simulator" o simulador de paseo, por lo que no encontraremos disparos, plataformas, ni nada por el estilo. Tampoco hay rompecabezas, o al menos, no en el sentido activo, el juego quiere dejar que reflexionemos por cuenta propia.

La historia del título se nos presenta de forma bastante vaga. Jugamos como una persona no identificada, que ha viajado a una isla aislada y desierta frente a la costa de Escocia, con sólo un faro en la distancia como único punto de referencia. La trama se nos empezará a narrar a través de un monólogo interior, que va dirigido en su mayor parte a la pareja del protagonista, Esther. Exploraremos el pasado de la pareja y un accidente de coche que parece perseguir al narrador, mientras atravesamos la isla.

En relación a lo anterior, la isla en sí tiene poca historia que contar. A medida que avancemos por los muchos acantilados rocosos, nos iremos encontrando con grabados, pinturas y jeroglíficos que profundizan en los años pasados. Si conseguimos juntar el razonamiento de nuestro personaje para ir a la isla, y el propio entorno de esta, el resultado es bastante interesante y nos dejará con varias preguntas sobre la conclusión final del juego. Sin embargo, la mayoría de nuestras dudas quedarán sin respuesta, a la libre interpretación de cada uno de nosotros.

Aunque la historia es bastante profunda, no hay mucho que comentar en cuanto a la jugabilidad se refiere... el juego no nos permite interactuar con nada. Las únicas acciones que tenemos a nuestro alcanza, son la capacidad de caminar y hacer zoom sobre las cosas que deseamos observar. Para empeorar las cosas, la velocidad de paseo es bastante lenta, lo que puede hacernos la caminata más tedioso de la cuenta. Además de eso, hay un par de puntos en los cuales el juego va a disminuir la velocidad de paseo aún más, posiblemente, sólo para hacer una escena un poco más atmosférica. Tristemente, en mi caso en particular solo consiguió frustrarme, dado que sabía hacia donde tenía que avanzar, pero el juego me obligaba a ir a un paso tremendamente lento. Este defecto también entra en juego cuando tomamos un giro equivocado y terminamos en un callejón sin salida, haciendo que  sintamos que hemos perdido nuestro tiempo.

Por otra parte, nos encontramos con un par de opciones de diseño algo confusas a lo largo de nuestra solitaria aventura de aproximadamente hora y media de duración. Al principio, se establece que si damos unos pasos y nos adentramos en el mar, nos ahogaremos y moriremos. Sin embargo a medio camino en el tercer capítulo de las cuevas, debemos caer al fondo de una gran brecha llena de agua. Siguiendo la lógica impuesta, suponemos que esto debería resultar en la muerte instantánea, aunque no sea así en este caso, y desconocemos todavía si existe alguna explicación al respecto. Una vez que nos decidimos por dejarnos caer al agua para poder continuar con nuestra historia, nos damos cuenta de que el personaje principal puede sumergirse en el agua sin ningún tipo de problema, lo cual fue algo sorprendente y completamente inesperado.

Sobre el aspecto visual, parece presentar los mismos problemas gráficos de siempre, por lo que deducimos que no han sido corregidos. Todavía sufre de una desagradable distorsión de ojo de pez, que sólo empeora a medida que se eleva el deslizador del campo de visión. La banda sonora es hermosa, siendo el único aspecto realmente destacable del juego. The Chinese Room sigue la filosofía de Supergiant’s en cuanto a las bandas sonoras respecta. La música hace todo el trabajo pesado, logrando provocar una respuesta emocional en nosotros. La voz del narrador está en la lengua de Shakespeare.

Conclusión

Dear Esther: Landmark Edition, ha llegado tarde a consolas y se arriesga a ser mal entendido por el público. El título es uno de los primeros en su género, y está claro que los "walking simulator" han evolucionado desde su nacimiento hace alrededor de cuatro años. El modo de juego anticuado ha sido superado por los gustos de Gone Home, The Vanishing of Ethan Carter, o Firewatch, juegos bastante más recomendables a día de hoy si queréis un título enfocado en este género. Dear Esther: Señal Edición queda un poco a día de hoy como una reliquia de los comienzos del género.