Aquellos maravillosos ochenta, una época llena de cambios y de colores característicos, y es que STUDIO KOBA, afincado en Barcelona, ha sabido traernos el sabor de aquella época, gracias a su colaboración con Team17 ,con un título indie más que redondo, estamos hablando de la epopeya de Narita Boy y su Techno-Espada.

En este título encarnaremos a un muchacho que es absorbido por su consola favorita, la Narita One, para introducirnos en el Reino Digital, el cual se encuentra asediado por un ser maligno llamado Him, quien quiere conquistar todo a su paso con su código que apesta a maldad.

Estamos ante uno de los mayores exponentes del uso del pixel art, que deja un buen impacto desde sus primeros minutos y que sabe mantener hasta el final, pero que mejor que adentrarnos dentro del análisis para saber qué aspectos se deben tener en cuenta, todo al ritmo de sintetizadores.

Coge tu espada héroe: La historia de Narita Boy

Si bien puede caer en algún que otro cliché, sabe satirizar el contenido de su historia en varios momentos, lo cual se agradece. Situemonos en los años ochenta, El Creador es un genio que ha inventado una videoconsola llamada Narita One, con su exclusivo juego correspondiente Narita Boy, el cual se convierte en un éxito rotundo, y todas las casas quieren hacerse con una, esperamos que sin problemas de stock.

La edición física (por aquel entonces las únicas que había) vuelan de las estanterías. Nuestro protagonista es un chaval que ya tiene su copia correspondiente y se pasa el día jugando, hasta que de un momento a otro se introduce dentro del mundo virtual, pues el Reino Digital necesita de un héroe.

No es otro que el propio Narita Boy, quien debe derrocar a Him, que ha asolado todas las tierras de este mundo y ha borrado los recuerdos de El Creador. Por ello, Motherboard y su séquito han activado el protocolo para traernos a su mundo. Debemos blandir la Techno-Espada para traer el equilibrio y la paz.

A decir verdad, la historia va más allá, mientras recuperamos los recuerdos del Creador, nos vemos inmersos en una trama más profunda que la jugable, conectando con la parte emocinal de la persona que ha creado a Narita y viendo cómo ha sido el paso del tiempo dentro de su vida. Muchas de estas cuestiones se reflejan en su programación, pero lo mejor es verlo por vosotros y vosotras mismas.

La historia no destaca por su brillantez, pero sabe acompasar la parte de los recuerdos junto con lo que acontece en el Reino Digital de una forma coherente y a buen ritmo, sin llegar a aburrir en ningún momento.

Salta, corre, corta: Mecánicas y jugabilidad.

De clara (y declarada) inspiración en títulos como Castlevania, Another World y Double Dragon, estamos ante un hack and slash de vista lateral más contemporáneo y que recoge parte de cada uno de los videojuegos mencionados. A decir verdad, la dosis de acción en sus combates es muy elevada, y obliga a utilizar la cabeza en más de una ocasión, no vale con ir dando espadazos por doquier.

Mediante unos controles intuitivos, tenemos la posibilidad de saltar, esquivar, recuperar una barra de vida al rellenar unas barras de poder, que también sirven para realizar ciertos ataques especiales, y atacar de diferentes formas, para encarar a los enemigos de varias maneras, algo que en la práctica no es tan diverso, pero que funciona a la perfección. Uno de los golpes más satisfactorios es el Home Run, que carga la espada para dar un golpe muy poderoso.

A medida que avanzamos en el juego, nos introducimos en el pecho unos disquetes que otorgan poderes y habilidades nuevas, tales como envestir, golpe vertical, o incrementar nuestro daño hacia enemigos con un determinado color del Tricroma (azul, por ejemplo), pero los cuales nos hacen más daño también, una de cal y otra de arena.

La exploración es bastante placentera, en donde se presentan algún que otro acertijo de memoria, pero que se solventan con facilidad. No tenemos ningún tipo de mapa, por lo que deberemos desenvolvernos por los escenarios, aquí encontramos zonas desérticas, con lluvia, bosques, entre otras, que, en general, tienen una disposición parecida para avanzar, llegar a un sitio, abrir puertas y mata.

En su manejo se siente ágil y bien ejecutado, encontrándonos con algún que otro movimiento tosco y poco preciso, por la extremada ligereza de nuestro personaje, pero todo tiene que ver con un buen timing, pues esquivar en el momento adecuado nos puede salvar más de una vez de un disgusto.

Es arte: Gráficos y aspecto sonoro

Este es uno de los puntos más destacables de todo este conjunto armonioso, su estética Pixel-Art le sienta de maravilla, y sabe mostrar unas animaciones muy logradas, que aportan agilidad al conjunto y buena coherencia a su diseño artístico. Destaca por su iluminación, como es obvio, pues consigue integrar unas luces tan brillantes como las de neón, con la oscuridad cuando es necesario.

Volvemos a los ochenta en un mundo retro pero futurista, con luces de neón y todo aquello que gustaba de esa época sin caer en los típicos guiños que ya todo el mundo conoce, alguno hay, pero son una grata sorpresa.

Nos encontramos con una gran variedad de enemigos, o Stallions en este caso, cada uno con sus propias mecánicas y ataques, así como de debilidades que hay que saber aprovechar, tenemos desde el típico zombie digital, a caballeros con escudo de torre duros de pelar. Sin duda, la guinda del pastel en este aspecto se la llevan los bosses, cada uno con unas características determinadas y con sus patrones que debemos aprender si queremos salir victoriosos.

En su aspecto sonoro qué decir, es redondo lo escuches como lo escuches, esos sonidos clásicos de la época con música llena de sintetizadores que acompaña durante toda la aventura de Narita Boy, es simplemente espectacular.

¿Con qué mundo nos quedamos?: Conclusiones finales

Sin duda alguna, todo amante de lo retro debe darle una oportunidad a este título, su curva de dificultad no es muy elevada, puesto que según avanzamos encontramos habilidades nuevas que nos ayudan a solventar más problemas y son una ayuda contra los enemigos, pero estamos ante un título desafiante en varios momentos, sobre todo si contamos con los jefes de zona.

Su duración puede rondar desde las cinco a las seis horas en total, quizás seria una de las pocas pegas que se le puede poner a este título, pero se hacen muy amenas y no decae el ritmo en ningún momento, sabe captar nuestra atención a cada paso y a cada escenario.

Si que hay que mencionar, que los escenarios no dejan mucha libertad de exploración, van a lo concreto, y las misiones secundarias brillan por su ausencia (solo hemos encontrado dos), lo cual no entorpece el conjunto de la obra, pero si se agradecería más contenido en una futura entrega.

Además, la muerte no penaliza, simplemente nos lleva al punto de control anterior, que, incluso, está demasiado alejado de donde nos encontrábamos, aquí no hay niveles de experiencia, ni farmeo de ningún tipo que podamos perder.

La parte artística es una de sus grandes virtudes, que sabe acompañar con buena música y escenarios bien diseñados, que saben jugar con la verticalidad en varios momentos. Y el detalle de ver la pantalla como una televisión de tubo, es un claro acierto. Es interesante conocer la historia de una persona a través de los personajes que programa, y a decir verdad, hemos hablado con todos los NPC del juego, todos y cada uno de ellos tenían algo que contar.

Simplemente nos queda recomendar este título indie tan virtuoso, que además proviene de una compañía española que ha sabido ejecutar bien toda esta combinación de pixeles y acción ochentera, que lo convierte en una experiencia sensorial y artística de gran calibre.

Narita Boy se encuentra actualmente disponible en PC (versión analizada), PlayStation 4, Xbox One y Nintendo Switch.

Reseña
Nota final
9.2
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analisis-narita-boyEstamos ante un título indie de corte nacional que alcanza cotas de calidad muy elevadas. Narita Boy es todo un homenaje a los años ochenta que sabe desarrollarse con personalidad propia, mediante un buen diseño artístico que le debe todo al pixel art, y unos combates ágiles y llenos de acción. Peca en algunos momentos de poca libertad en sus escenarios, algunos movimientos del personaje que no acaban de convencer, y se echa en falta más contenido, pero todo ello no empaña esta experiencia sensorial más que redonda y recomendable.