Este verano, aunque me había llevado a mi lugar de vacaciones mi vieja PSP y un micro portátil chino de nombre GPD Win que es una pasada, me encontré a mí mismo relajado, tranquilo, disfrutando de la playa, leyendo un libro que tenía pendiente... en definitiva, bastante desconectado del mundo digital.

En esos momentos contemplativos, eso sí, no me olvidaba de que a la vuelta me esperaban algunos juegos que tenía que terminar rapidito, tal y como os conté en mi artículo sobre el final de mi suscripción a PlayStation Plus.

Hace poco me pasaba Mad Max, por cierto, juegazo donde los haya. Recordé el First of the North Star: Lost Paradise y el porqué de la crisis de los videojuegos japoneses; al lado de Max y sus andaduras por el páramo, Kenshiro parece francamente el protagonista de un juego para niños. Aficionado a Hokuto No Ken como soy, me imaginaba un título de El Puño de la Estralla del Norte desarrollado por Avalanche, llevando la ambientación del manga legendario a los niveles de producción y el buen hacer de Mad Max.

Dicho lo cual, tuve una idea que me inspiró para escribir un artículo, y esa idea se refiere al nivel de vicio o adicción que despiertan los videojuegos. ¿Por qué digo esto? Pues porque, teniendo que acabarme Mad Max con un límite de tiempo, me debatía entre seguir la historia principal o explorar un poco el yermo, siguiendo algunas de las misiones secundarias.

¡Así que vayamos con el sistema de clasificaciones de vicio por vuestro amigo Sonny-Station! Ante todo me di cuenta de que, en este sentido, hay dos tipos de juegos claramente diferenciables.

Adictivos: son títulos que no presentan una historia muy desarrollada, o que ni siquiera tienen un argumento claro. Basan la diversión que ofrecen en el hecho de enganchar, de picarnos, de repetir hasta superar ese nivel imposible, o simplemente de volver una y otra vez porque la mecánica de juego es muy adictiva. Son juegos que se disfrutan jugando, valga la redundancia. La clasificación que sigue más adelante NO se aplica a estos juegos.

Narrativos: aunque se ha usado esta palabra para definir las obras de Telltale, en este caso me refiero a títulos con una profunda carga argumental, que pueden abarcar desde prácticamente películas interactivas al estilo Quantic Dream hasta juegos de acción que no obstante tienen una sólida historia a sus espaldas. Se caracterizan porque, una vez terminados, tal vez pueda interesar una segunda vuelta, pero en cualquier caso no son juegos destinados a repetir una y otra vez. La clasificación que escribo más abajo se refiere precisamente a este tipo, que hoy en día es mayoritario.

Dicho esto, en mi opinión hay cuatro niveles de adicción a esto de los videojuegos narrativos, que paso a compartir con vosotros.

Nivel 1. El usuario casual. Hablamos de un tipo que probablemente compra FIFA o Call of Duty porque los ve en el escaparate de un centro comercial. Tal vez incluso tiene la consola porque está de moda. Raramente se termina ningún juego, y en su lista de trofeos prácticamente sólo hay bronces.

Ejemplo: el primo o el tío que tienen la consola en el mueble de la tele como un pisapapeles, pero te hablan del FIFA de turno porque les parece que suena guay.

Nivel 2. El usuario aficionado. Se trata de una persona que ha tenido siempre contacto con los videojuegos, aunque probablemente no sean su afición principal. No está a la última, pero sabe más o menos lo que quiere, aunque fijo que desconoce algunas obras de culto y en su lugar juega a varios títulos que están en boca de todos. Se ha pasado varios juegos y en su lista de trofeos empezaremos a ver algunos oros y varias platas, pero raramente pierde el tiempo en misiones secundarias salvo que esté muy enganchado.

Ejemplo: el típico amigo con quien te viciabas a los arcades cuando ibas a la playa en verano, pero que hace ya mucho tiene otras prioridades.

Nivel 3. El usuario veterano. Es un individuo que lleva mucho tiempo en esto o que, de llevar poco, lo ha descubierto con verdadera devoción. Por supuesto es su gran afición. Está informado sobre las novedades y espera algunos títulos como agua de mayo. En su colección abundan los trofeos de oro porque intenta pasarse casi todos los juegos que caen en sus manos, y también empezamos a ver algunos de platino cuando se ha picado lo suficiente. Por descontado siempre completa algunas misiones secundarias, unas veces más que otras.

Ejemplo: yo mismo, es decir un tío que casi religiosamente tiene que jugar todos los días al menos un rato, y que ve cómo pasan los años, cumple los 40 y sigue enganchado.

Nivel 4. El usuario fanático. Este jugón abandona un poco su propia realidad para adentrarse de lleno en los mundos de los videojuegos. No sólo se pasa todo lo que cae en sus manos, sino que intenta exprimir cada gota de un videojuego, completando todas las misiones secundarias e incluso descubriendo easter eggs en larguísimas sesiones de puro vicio. Su colección de trofeos es apabullante.

Ejemplo: nuestro redactor ChrisHenares, que si no me equivoco sobrepasa los 200 trofeos de platino en PlayStation y no sé cuántos más en Xbox.

Ésta es mi clasificación, que por otro lado me parece bastante previsible. Ya sabéis que yo me sitúo en el nivel 3, es decir, soy un gran aficionado (o un veterano) y he sufrido cuando no podía perderme un poco más por el mundo de Mad Max, de ahí la idea para escribir este artículo como ya os he dicho.

Ahora estoy con el Batman de Telltale que por cierto, hablando de trofeos, te da el platino sólo por pasártelo. Ya hablamos en su día de ello, pero el caso es que al menos no tengo la sensación de dejarme nada en el tintero. Por cierto flojito no, lo siguiente.

Mi suscripción a PlayStation Plus finaliza en breve. Había pensado en jugar a The Surge, pero precisamente porque no quiero hacerlo con prisas y prefiero disfrutar de la experiencia, creo que lo compraré más adelante. Sin pretender exprimir cada recoveco y conseguir todos los trofeos de un juego, sí que me gusta disfrutarlo y tomarme el tiempo suficiente para terminarlo.

Eso es todo amigos, hasta aquí mis reflexiones sobre los niveles de vicio. Y vosotros, ¿en qué nivel os situáis?