Introducción

Eclipse: Edge of Light es uno de esos juegos que aterriza en PSVR tras haber llegado a casi todos los sistemas de realidad virtual, incluidos los de teléfonos móviles. Y cuando lo hizo fue muy bien recibido e incluso laureado por la crítica.

Ahora, tras lo que se ha vendido como un lavado de cara, Eclipse: Edge of Light prueba suerte en PlayStation VR (se puede jugar también en la tele), reclamando un lugar destacado en medio de un catálogo donde abunda la cantidad más que la calidad.

Eclipse Edge of Light 1

Antes de adentrarnos en el análisis, debo deciros que la obra de White Elk me ha reconciliado con la realidad virtual, por así decirlo. Venía de una andadura donde se me habían acumulado varios juegos "tradicionales", a cada cual mejor. El último, para que os hagáis una idea, nada menos que Red Dead Redemption 2.

Me veía intentando pasarme estos juegos (odio dejarlos a medias) y en ocasiones llegaba a hacerlo de una forma casi compulsiva, avanzando por avanzar. Gráficos muy buenos, horas y horas por delante, vastos mundos a explorar y, sin embargo, en medio de la vorágine me dieron el código para analizar este Eclipse: Edge of Light, fue volver a ponerme las gafas y esbozar una sonrisa bobalicona. Veamos por qué.

Eclipse Edge of Light 2

Nada nuevo en el horizonte...

Voy a dejar una cosa muy clara amigos: una cosa son mis impresiones personales y otra algo que se parezca lo más posible a una valoración objetiva.

Retomando lo que os contaba en la introducción, no es que Eclipse: Edge of Light sea un juego espectacular, ni siquiera es mejor que muchos otros indies de PSVR. Sencillamente a mí me hizo disfrutar del recorrido, quizás porque sabía que este viaje no iba a durar mucho y estaba deseando jugar sin prisas.

Tras las tres horas que me costó completar Eclipse: Edge of Light, me di cuenta de que había tenido más y mejores sensaciones que con otros títulos triples A jugando misiones interminables en mapeados inmensos.

Eclipse Edge of Light 3

Pero lo que tenemos aquí objetivamente no es nada como para echar cohetes. Eclipse: Edge of Light viene a ser un walking simulator espacial, donde nuestro personaje, es decir nosotros, debemos desentrañar el misterio de un planeta dejado de la mano de Dios.

...Pero un indudable atractivo

Sin embargo, pese a que ya hemos visto otros juegos por el estilo, es incuestionable que Eclipse: Edge of Light destila buen gusto. El porqué es difícil de identificar, seguramente sea por una mezcla de elementos: ante todo los entornos, pero también el ritmo, la sencilla jugabilidad e incluso la historia detrás.

Voy más allá. Con mejores gráficos -se nota a la legua que es un juego de móviles a pesar del lavado de cara- el trabajo de White Elk podría haber sido un título de culto, un honor que al menos en PSVR no va a ostentar. Podría haberlo sido porque Eclipse: Edge of Light tiene retazos de la magia que le pides a una obra especial.

Esa magia consiste en quedarnos extasiados mirando las estructuras, las construcciones, el horizonte, y paladeando cada paso que damos, ávidos por descubrir qué nos aguarda tras la siguiente esquina. Eclipse: Edge of Light logra esto por su formidable dirección artística.

En qué consiste

Ya os habréis enterado de que esto es básicamente un walking simulator. PSVR nos invita a dar un paseo de tres horas mientras descubrimos los secretos de un planeta perdido y, de paso, jugamos un papel protagonista en su devenir.

Pero el fin es lo de menos. Como os decía al comienzo de este análisis, he disfrutado del camino, a mi ritmo, sin decenas de opciones, sin cientos de florituras... tan sólo yo en un mundo extraño.

Eclipse Edge of Light 4

¿Qué puedes hacer, aparte de avanzar? Pues arrojar un extraño artefacto, con forma de "pelota" a unos jarrones, monolitos y pequeñas estructuras que contienen una esencia para liberar recuerdos perdidos del planeta. Eso y saltar con nuestro jet-pack, que es una gozada la verdad.

Además podemos escanear determinados elementos para obtener información sobre lo que pasó hace mucho tiempo en este mundo muy, muy lejano. Aunque la historia de Eclipse: Edge of Light no es su mejor baza, al menos sirve de hilo conductor a nuestro periplo.

Por último, nos encontraremos con algunos puzles muy sencillos, que suponen más un estímulo que un reto, algo que a mi parecer le sienta bien al juego por la forma en que está concebido.

Eclipse Edge of Light 5

Técnicamente hablando

Voy a incluir aquí los aspectos prácticos del juego, empezando por unos gráficos que destilan imaginación pero adolecen de una buena factura técnica, resultando en unos entornos agradables cuyo potencial se adivina a cada momento, pero al mismo tiempo se desaprovecha. Una pena.

El control se ejecuta con el Dualshock 4 de forma bastante intuitiva, aunque se echa de menos poder aumentar la velocidad del giro suave, que puede marear un poquito. El lanzamiento del artefacto se produce con el acelerómetro del mando, simulando que lo arrojas en la dirección deseada con el botón R2; el juego auto-apunta por nosotros, así que lanzar el cacharrito es bastante intuitivo y sencillo.

Sobre el apartado sonoro, poco que decir. Textos en español, sin siquiera voces, y unos efectos de sonido que acompañan correctamente el desarrollo del juego sin llegar a destacar, pero eso sí cumpliendo sobradamente. Música ambiental más bien escasa.

Eclipse Edge of Light 6

Conclusión

Eclipse: Edge of Light vuelve a sugerirnos, una vez más, lo que podría ser la realidad virtual. Siempre hablando en condicional.

Pero, en esta ocasión, al menos a mí me ha recordado que a veces obtienes más satisfacción de un viaje de tres horas por un juego indie que de una partida de cincuenta horas por un triple A que, de puro abrumar con su contenido, tal vez se olvida de ser, ante todo, un juego.

Eclipse Edge of Light 7

Si un título como Ecplise: Edge of Light supone semejante soplo de aire fresco, sólo rezo para vivir el día en que la realidad virtual eclosione y podamos experimentar desde dentro los mejores videojuegos, y soñar por fin despiertos.

Mientras tanto debemos contentarnos con juegos como Eclipse: Edge of Light, que sin ser objetivamente ninguna maravilla ni terminar de transmitir la magia que pretende, al menos se deja jugar de una forma dulce y cándida.