Aragami ha llegado sigiloso a PS4. El protagonista se desplaza a través de las sombras de un título que brilla con luz propia, todo un homenaje a la cultura japonesa. Lince Works enseña a sobrevivir en sus coloridos escenarios sin ser detectado, perfeccionando las habilidades del jugador a través del ensayo y error. Sin embargo, por encima de todo, Aragami es una oda al sigilo.

Venganza entre las sombras

Encarnamos a un Aragami, un espíritu vengativo que obedece a quien le invoca. Yamiko, una joven en cautiverio, llamará a uno de ellos, al que bautizará con el nombre del juego, para que la libere del Ejército de la Luz y vengue la muerte de su pueblo y su familia.

La clave para descubrir más sobre el pasado del protagonista y de Yamiko es avanzar por los escenarios sin ser asesinado por los hombres de Kaiho, líder del ejército enemigo. Como ser de las sombras, la luz que emana de sus espadas acabará con Aragami de un solo toque. Es ahí donde el sigilo se convierte en la mayor arma del ninja para ayudar a Yamiko a acometer su venganza.

La trama invita a jugar para descubrir más sobre Yamiko y la diégesis del título. Lince Works, el estudio español creador del juego, presenta una historia correcta, que cumple con su cometido. Flojea en algunos momentos, pero sirve de hilo conductor para desplazarse entre las sombras hasta cumplir con la misión. No dificulta la inmersión en un título en el que lo crucial es su jugabilidad.

El sigilo es la clave

Las acciones de Aragami pasan por ser lo más sigiloso posible, de modo que agacharse con L2 será la constante que brindará más seguridad. El ninja se desplaza entre las sombras de los escenarios con R1 para pasar desapercibido a ojos de los enemigos que los colman. Así pues, estos serán los dos botones más utilizados, aunque pulsar el cuadrado para acabar con los enemigos puede convertirse en una rutina si el jugador prefiere dejar un reguero de sangre en lugar de desvanecerse entre las sombras.

Y es que eso es lo maravilloso del juego. Cualquier camino es válido para llegar al objetivo. En el sentido más literal, Aragami limita la ruta para acceder al siguiente escenario, aunque la libertad de movimientos en ese margen es total. Pero no solo importa por dónde llegamos, sino cómo. Lince Works ofrece y premia matar a todos los enemigos, así como no llamar la atención de ninguno de ello.

De este modo, Aragami se puede completar masacrando como Rambo o mediante el sigilo absoluto como el Snake de Kojima. Asesinar o ser una sombra, esa es la cuestión. Eso sí, incluso teñir el escenario de rojo pasa por aguardar el mejor momento para aniquilar a los miembros del Ejército de la Luz, cuyos cadáveres quedarán expuestos, como el jugador si no se esconde bien.

Correr es una opción, pero es mucho más llamativo para los enemigos y demasiado lento en comparación a moverse entre las sombras. Esa es la habilidad principal del ninja y la mecánica más innovadora del juego. Con R1 se teletransportará de un punto a otro, siempre que haya sombra (o sea el jugador quien crea una ruta umbría). Así, evitará ser descubierto por los soldados y avanzará con mayor facilidad, incluso por rutas que de otro modo serían inaccesibles.

Asimismo, evitará que nos pillen con los jutsu en la masa. Si un enemigo descubre un cadáver o directamente nos ve, saltarán las alarmas y empezarán a repartir espadazos de luz a diestro y siniestro. El más mínimo contacto acabará con Aragami, que no puede tocar la luz, y le enviará de vuelta al último de los poco frecuentes puntos de control.

Variedad contra la frustración

Lejos de ser frustrante, el título consigue enganchar y que corregir los errores tras unos cuantos ensayos resulte divertido. Otro de sus grandes logros es evitar que los escenarios sean repetitivos mediante la inclusión de nuevas mecánicas como el cascabel (para llamar la atención de los soldados estáticos) o las habilidades desbloqueables al encontrar pergaminos.

Incentiva a rejugar niveles anteriores para encontrar estos últimos y, por ejemplo, que sea posible ocultar los cuerpos inertes que tanto nos delatan. Ofrece las habilidades básicas para superar los capítulos pero también motiva a quienes quieran disfrutar de más opciones para ello. Además, impulsa a permanecer en la sombra para recargar energía y poder crear sombras o utilizar el resto poderes de Aragami.

La IA de los enemigos es inteligente, al menos casi siempre. Puede sonar a perogrullada, pero es un apartado que no todos los títulos cuidan y que puede destrozar la jugabilidad o, en casos extremos, la experiencia entera. No es necesario que vean a Aragami para detectarlo, pues el sonido de sus pisadas o un cadáver pueden delatarle. Aunque lo cierto es que unas veces parecen estar ciegos y otras son capaces de arruinar a los oculistas de medio mundo. Tampoco ayuda que se olviden de nosotros por escondernos tras una roca a los pocos segundos de haber asesinado a sangre fría a uno de sus compañeros.

Es fundamental ir agachado o entre las sombras la mayor parte del tiempo. Cuando vean de pleno al ninja de rojo, la clave será ir de sombra en sombra lo más rápido posible, pero aunque se esconda el peligro no termina. Una sola detección hará que estén más atentos y, por lo tanto, aumente la dificultad. Otra pega es que siguen una trayectoria definida, ideal para calcular el momento exacto en el que actuar pero que reduce la sensación de peligro.

Jugarlo solo, con calma, es un valor en sí mismo. Aun así, la historia puede completarse en el modo cooperativo en línea para dos jugadores, que hará de Aragami una experiencia más sencilla pero también más entretenida. En total, completar el juego supondrá entre 8-10 horas, un intervalo que puede ampliarse si el jugador tarda en adaptarse y se atasca en algún capítulo.

De Japón a tu PlayStation 4

Los gráficos en un estilo similar al cel shading son preciosos en su sencillez, un gozo para aquellos que adoren el estilo de dibujo japonés. Su ambientación (además del argumento y los personajes) se basa precisamente en la cultura nipona. No busca el detalle, sino invitar a la calma y al sigilo con la brisa que mece los cerezos o la recreación de los templos. Lástima que el rendimiento en PS4 sea mejorable.

Sin embargo, la cámara puede volver loco al ninja más tranquilo si intentamos huir a la desesperada, con cambios bruscos pero que, por puntuales, son perdonables. Las animaciones no son más que correctas, pues los personajes repiten una y otra vez los mismos patrones. Aunque si hay algo repetitivo es el diseño de estos, ya que a veces uno no sabe si está en el Japón feudal o enfrentándose a los Clone Troopers de Star Wars en una galaxia muy lejana.

Por su parte, la música de Two Feathers logra una inmersión magnífica. Tranquila y calmada, acompaña las esperas en la sombra aguardando el momento oportuno. Los efectos son adecuados y las voces (más bien sonidos extraños) están bien subtituladas. Como a todos los desarrolladores españoles que incluyen esta opción, agradezco poder jugar en una lengua oficial del Estado como es el catalán, además de en español. También es un detalle que esté en japonés, idioma que casa con el estilo del juego.

Conclusiones

Aragami no es ni el nuevo Tenchu ni el próximo Dishonored. Tampoco revoluciona el concepto de sigilo para coronarlo como la mejor obra en este sentido. Pero es solvente en lo que atañe a la discreción, además de divertir y animar a pulir las técnicas jugando. El mérito de un estudio indie como Lince Works es ofrecer un producto de tanta calidad, a la altura de las expectativas. Ha mimado a su juego y se nota, tanto en lo visual (aunque con alguna caída de frames en consola) como en lo sonoro, pero sobre todo en la jugabilidad, el punto fuerte de la obra.


Palia posibles defectos como los escenarios limitados dejando libertad al jugador para elegir la ruta que más le convenga, matando o no a los enemigos. Otros como las limitaciones de la IA haciendo que esté más atenta, aunque se olvide rápido de nuestros crímenes. Es bonito, accesible en un par de partidas y dura lo suficiente. En definitiva, Lince Works ha dado un paso importante que obliga a estar atentos al estudio catalán. Si sus inicios los protagoniza una obra como Aragami, su futuro promete.

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Texto escrito por Israel Mallén.