Tras el bombazo de la compra de Activision Blizzard por parte de Microsoft, somos muchos los sonyers que nos hemos sentido como Charlton Heston en El Planeta de los Simios, concretamente en esa escena donde el personaje de Taylor encuentra la Estatua de la Libertad semiderruida en la playa.

Aunque si no recuerdo mal Heston expresaba algo así como "¡lo habéis destruido todo!", en el imaginario colectivo (y en varias parodias que se han hecho de la mítica escena) ha quedado grabada más bien la expresión "¡al final lo hicisteis!".

Taylor había conseguido salir al paso en un entorno asfixiante, destacando entre todos esos simios hasta lograr su ansiada libertad. Al final de la peli demostraba que los hombres habían existido antes y habían sido inteligentes, en lo que sin duda venía a ser un reclamo de los derechos humanos; y en general podía decirse que se iba con la tía buena a lomos de su caballo, en busca de algún lugar donde vivir tranquilo.

Pero entonces veía la emblemática estatua y se daba cuenta de que estaba en una Tierra del futuro, devastada por la guerra. Un mundo de monos.

Hay que remontarse a hace más de veinte años para llegar al día en que, como Taylor, PlayStation desembarcó en un mercado consolero totalmente hostil donde otras empresas ya habían probado éxito infructuosamente.

Sony jugó sus cartas y acaparó algunas exclusividades, como por otro lado siempre se había hecho en el mundillo, con casos muy sonados como el de Street Figher II en Super Nintendo. Una serie de acuerdos muy acertados, entre los que destacó llevar Final Fantasy a PlayStation, amén de una labor de marketing que todavía se estudia en las escuelas, auparon la consola a lo más alto antes siquiera de darnos cuenta.

A pesar de las malas lenguas sobre la piratería, lo cierto es que las third parties no tardaron en centrarse en "la pley" porque vendían a mansalva, lo que popularizó sagas gloriosas como Resident Evil, Metal Gear Solid, Tekken o Silent Hill.

metal gear solid psx

Para la siguiente generación, la de 128 bits, un anuncio conmocionó el mundillo: Microsoft había tomado buena nota del gran éxito de Sony y pretendía entrar en el tablero de juego con Xbox. Yo tenía 22 años y me acuerdo perfectamente, cuando los foros de Hobby Consolas acaparaban a casi todos los aficionados.

Quiero recalcar algo importante: por aquel entonces Microsoft era si cabe una empresa más importante que ahora, no sé si en cifras pero al menos sí en cuanto a competidores. ¿Google? Estaban empezando. ¿Apple? Tenían sus Mac y tal, pero ni de broma eran tan conocidos. ¿Amazon? Una tienda online más.

Microsoft era por tanto el gigante tecnológico por excelencia, con Windows como su producto estrella y Bill Gates como millonario por antonomasia.

Xbox atrajo a muchos usuarios descontentos tras el final precipitado de Dreamcast, amén de nintenderos que habían perdido el liderato y nuevos jugadores. Todos en cualquier caso tenían una confianza ciega en el poderío de Microsoft, y es incuestionable que los usuarios de otras consolas estábamos expectantes ante la posibilidad de que Gates sacara el talonario y diera un golpe sobre la mesa.

Nunca lo hizo. Xbox quedó relegada al puesto de segundona y Microsoft tomó nota para corregir sus errores ya en la siguiente generación con Xbox 360, consola que vio nacer importantes sagas propias y que se vendió muy bien.

Los de Redmond volvieron a pinchar con Xbox One, tratando de introducir una serie de pautas como la conexión permanente y los DRM que en realidad eran la antesala de lo que luego sería su flamante Game Pass.

Así llegamos al presente con Xbox Series y... parece que Microsoft se ha cansado del juego.

Como muchos temimos en el pasado, el golpe en la mesa se ha acabado dando y ha resultado ser una bomba atómica. Han tardado veinte años, pero emulando a Heston en El Planeta de los Simios: "¡al final lo hicisteis!".

Vaya por delante que este post está escrito por un sonyer, así que nadie se extrañará de que la adquisición primero de Bethesda y ahora de Activision Blizzard me parezca una guarrada. De hecho ya me oirías decirlo en el último podcast.

Microsoft ha intentado jugar con las mismas reglas, no termina de ganar y ha comprado al árbitro, ni más ni menos. Porque no, no es lo mismo llegar a acuerdos de exclusividad puntuales, o desarrollar tus propios estudios desde abajo hasta llevarlos al éxito, que comprar decenas de sagas multiplataforma consagradas para quitárselas de un plumazo al resto de jugadores.

¿Y Sony? Ni idea. Hay quien dice que tiene que mover ficha y comprar algún estudio importante, tal vez japonés por la buena sintonía que tienen entre ellos. Si es el caso, os aseguro que no me alegraré: al igual que Microsoft abrió el melón de pagar por jugar online, nunca olvidemos que han sido ellos quienes empezaron adquiriendo grandes estudios multiplataforma, aunque algunos intenten comparar esto con los casos de Insomniac o Bluepoint, ya ves tú.

Otros dan por finalizada la era PlayStation, pero, de ser así, será con la cabeza bien alta. Cuando han tenido que palmar más de 70.000 millones (por ahora...) para quitarte de en medio, significa que algo has hecho bien.

De todas formas habrá que ver cómo evoluciona la cosa, sobre todo de cara a la próxima generación. El acuerdo con Activision no se hace efectivo hasta verano de 2023 y tardaremos en ver sus frutos.

Para terminar dejo una duda en el aire. A una third party todavía independiente, ¿realmente le interesa seguir sacando sus títulos en Xbox, donde por 13 euros al mes ya tienes toda clase de juegazos y novedades? ¿Quién va a querer comprar esos juegos aparte?

Irónicamente, la adquisición masiva de estudios por parte de Microsoft podría significar que se cierran las puertas al mercado tradicional, necesitando comprar más y más en una vorágine fagocitadora. Eso, o más bien que Phil Spencer quiere suscriptores de Game Pass, no usuarios estrictamente de sus consolas.

En cualquier caso está claro que Microsoft planea llevar su servicio de suscripción a toda clase de plataformas; al mismo tiempo es algo que antes o después tendrá que conseguir si pretende que sea rentable. Veremos.