Llevo una buena temporada jugando a Space Marine II, del que supongo leeríais nuestro análisis.
No soy particularmente devoto del tema online, pero siempre hay excepciones que confirman la regla, y además suelen ser excepciones particularmente notables.
Las horas de vicio que le metí al primer juego en el modo Exterminatus sólo serán superadas, previsiblemente, por el abundante contenido que Space Marine II nos sigue regalando como parte de un proyecto de expansiones ya anunciado.
Además de los típicos modos PvP, que llaman menos mi atención, me lo estoy pasando bomba rejugando en las dificultades más altas las llamadas Operaciones, donde participas en misiones paralelas a la historia principal con un par de colegas.
Me encuentro a tres trofeos de conseguir el de platino, como ya hice con el primer Space Marine, como buen hijo de Guilliman.
Sin embargo, mientras comento con mis amigos cuándo saldrá tal o cual expansión, entiendo que las empresas desarrolladoras de videojuegos se han puesto un palo en las ruedas.
Básicamente y resumiendo: la avaricia rompe el saco.
Quienes recordamos la generación de 128 bits y anteriores sabemos lo que es desbloquear contenido por pasarse el juego. Entiendo y acepto que eso tenía los días contados con la llegada de los parches y DLC.
Sobre estos últimos, de los que ya he hablado en otras ocasiones, quiero detenerme nuevamente, no para defenestrarlos sino para constatar la ratonera donde se han metido los propios estudios.
Los DLC empezaron siendo un valor añadido real, que se desarrollaba una vez finalizado el título principal y que permitía vivir nuevas aventuras. Antes para estas cosas no había más narices que esperar hasta la llegada de una secuela.
La idea era buena: el que quisiera pagaba una cantidad moderada por alargar la experiencia y el que no pasaba a otra cosa.
El problema, como todos sabéis, es que la tentación de trincar algo más de pasta fue demasiado jugosa para las empresas, que empezaron no sólo a proyectar sino a desarrollar los DLC junto al juego principal.
Las alarmas saltaron al llegarnos productos medio capados, de los que claramente habían extraído un contenido ya hecho para luego venderlo aparte. Como caso más descarado tenemos tal vez el Street Fighter X Tekken, cuyos personajes de pago estaban ya incluidos a falta de ser desbloqueados pasando por caja.
Hablando de juegos de lucha, os diré que para mí se los han cargado. Estaré anticuado y todo lo que queráis, pero en serio no puedo ver un roster ahí lleno de huecos esperando a lo que eufemísticamente se ha dado en denominar temporadas, vamos a pagar por los personajes.
No es una sensación mía, sino que hay toda una base de jugadores molesta con estas prácticas, hasta el punto de que varios títulos se han pegado un batacazo por lo que parecía un lanzamiento precipitado de algo incompleto.
¿Qué ha sucedido? Pues eso de que pagan justos por pecadores.
En un mundo cada vez más cambiante no es fácil atribuir los éxitos, pero sobre todo los fracasos, a factores concretos. Por eso se comete el error de escuchar a minorías vociferantes en las redes sociales, lo que ha producido el efecto rebote.
Ahora, como en el caso de Space Marine II del que os hablaba al principio, algunas empresas desarrolladoras se cuidan muy mucho de que los haters no salten, prometiendo contenido gratuito en el tiempo y una especie de soporte por tu cara bonita.
Se atreven, como mucho, a sacar los famosos elementos estéticos que no afectan a la experiencia de juego, pero todo lo demás llegará sin coste...
¿Por qué?
El primer Space Marine venía con dos arenas de Exterminatus y quienes nos viciamos como enanos pagamos con gusto por una tercera, donde además controlabas a Marines del Caos. De forma similar apoquinamos por el modo Dreadnought, que enfrentaba a dos equipos por el control de esta poderosa bestia.
¿A santo de qué no íbamos a pagar por un contenido que no esperábamos, y que nos dio horas y horas de vicio extra? Es lo normal.
Por eso, hablando con mis colegas, nos preguntábamos qué especie de obligación misteriosa tiene Saber Interactive para seguir trayendo expansiones a un juego de forma totalmente gratuita, cuando pienso que los aficionados pagaríamos cantidades moderadas por modos adicionales, arenas extra, etc.
Una cosa es la inclusión de calvarios, armas o algún nuevo enemigo, que pueden llegar por parche. Pero creo que igual de absurdo es colarte "temporadas" y monetizar un título durante años como ampliarlo gratuitamente durante ese tiempo cuando francamente no estás obligado.
Ahora estoy pensando en No Man's Sky, sólo que este juego se lanzó como una sombra de lo que prometía. Aún así, tras las dos o tres primeras ampliaciones, ¿de verdad tienen que seguir mejorándolo ad eternum sin ver un duro? Es casi como un ataque de soberbia de Sean Murray, si me preguntáis.
Llegados a este punto puede que el lector esté pensando "este tío es tonto", pero amigos en una industria claramente azotada por su particular crisis, con despidos y cierres de estudios por doquier, al menos yo 10 o 15 eurillos más ya me habría gastado gustosamente en Space Marine II, porque lo merece.
En su lugar tenemos la promesa de más y más expansiones, y los pobres de Saber sacando armaduras tan chulas como innecesarias a ver si alguien las compra.
En definitiva que tan repulsivos me parecen los DLC saca cuartos como contraproducentes me resultan los contenidos que, para que cuatro radicales no eleven el grito a los cielos, se ofrecen gratuitamente cuando claramente implican a decenas de personas trabajando durante meses o años. Ahí lo dejo.