Se poco o nada de política exterior, pero creo que no soy el único que no imaginaba en Brasil un país que contemple tan detenidamente la compra de Microsoft a Zenimax.

Tal vez solo se trate de un sistema burocrático que se dio de bruces con una compra masiva, con más dinero de por medio del que se pueda imaginar. Aún así, las múltiples declaraciones de las protagonistas de la industria ha pedido de los órganos brasileños esclarecen mucho el panorama, y entre las puyas infaltables algunos trapos sucios salen a la luz.

Ver a las demás añade un poco de complicidad, pero las afectadas en caso se efectúe la compra serán Microsoft y Sony, y estas son las protagonistas de las últimas escabrosas noticias.

Microsoft no puede ampliar el repertorio de Xbox Game Pass porque Sony y su dinero están siempre en medio

El dichoso órgano encargado de dar el visto bueno o malo a esta compra es el Consejo Administrativo de Defensa Económica (CADE), ellos recibieron recientemente un correo de parte de Microsoft, las declaraciones fueron recogidas por el medio inglés VGC.

Este documento debería tomarse como un contraargumento por lo dicho anteriormente por Sony. La empresa dejaba bien claro que luchar contra Call of Duty era una labor improbable, Microsoft no tardó en desmentirlo, con una respuesta más bien pobre. Con este documento ponen sobre la mesa un tema abierto a investigación.

Afirman con toda certeza que la poderosa Sony tiembla al ver en el horizonte el final de su modelo de negocio, uno que apostaba por vender incluso a pérdida la consola de turno, extender su hardware para luego venderte sus juegos exclusivos.

Ven el fin de su reinado al ver en el modelo de negocio de Microsoft, uno centrado en ofrecer contenido de calidad a un precio bajo, un contendiente al que es complicado hacer frente. Por ello Sony actuaría en contra de Microsoft pagando a las desarrolladoras para que sus juegos no lleguen al Xbox Game Pass o a otras plataformas que ofrezcan un servicio similar.

Pero nada será similar a lo que ofrece Microsoft con su servicio de suscripción, uno que ni una práctica tan vil como la profesada por Sony pudo parar, ni podrá.