Desde que salió a la venta PlayStation VR, hace poco más de un año, este periférico y en general todos los de realidad virtual han sido víctimas de un mal endémico: la falta de verdaderos juegos de primer nivel. No se sabe qué suerte habrían corrido las distintas gafas sin los desarrollos indies que, para qué engañarnos, son los que engordan sus respectivos catálogos de juegos.

En el caso de Sony, que es el que nos interesa, sería justo decir que la compañía japonesa hizo un esfuerzo para el lanzamiento de su flamante periférico. El anuncio de Resident Evil 7, el mejor juego de largo para PSVR, estaba ya sobre la mesa; se sumaron además algunos juegos de second parties que, visto con perspectiva, siguen siendo de lo mejor entre el catálogo actual: me estoy refiriendo al RIGS: Mechanized Combat League o al Until Dawn: Rush of Blood. Después recibimos un balón de oxígeno con el inesperado soporte completo para realidad virtual de DiRT Rally, un gran juego.

Y así estaban las cosas hasta que, allá en el horizonte, asomó la patita el famoso Farpoint. Sony sabía que este juego no sería un indie más y hasta se animó a desarrollar el Aim Controller para la ocasión. Se organizaron varios eventos en Madrid, a los que asistimos puntualmente, donde se enseñaba este juego con todos los honores. Esto me causaba una sensación agridulce: significaba que Sony distinguía perfectamente que Farpoint merecía la pena, pero eso implicaba también que debía saber, necesariamente, que todos los demás juegos que brotaban como champiñones en la PlayStation Store no eran lo que se había prometido.

Por eso, cuando nos llegó una invitación para probar The Inpatient en un nuevo evento creado para la ocasión, de nombre Psiquiátrico VR - y que por cierto ahora mismo ya está abierto al público general -, supe que este juego tampoco sería uno más de una larga lista de experiencias, títulos menores e, incluso a veces, ocurrencias. Y tengo una buena noticia para los lectores: así es. La demo que he probado, precedida por toda una ambientación en el evento, con actores contratados para la ocasión y un atrezzo por todo lo alto, promete y mucho. Sí amigos, ¡habéis leído bien!

Somos un paciente ingresado en el sanatorio para enfermos mentales de Blackwood, el mismo que aparece en el notable juego Until Dawn, pero varios años atrás, antes de que fuera abandonado. Estamos en una habitación y, según parece, sufrimos algún tipo de amnesia que nos impide recordar nada de nada.

Al comenzar la demo podemos escoger nuestro sexo, así como el tono de nuestra piel. El control se ejecuta con ambos PlayStation Move y nos permite desplazarnos libremente de una forma bastante curiosa y en cierto modo reveladora. Con el mando derecho giramos en la dirección en que apuntamos al pulsar el botón; estos giros son de tipo secuencial, algo comprensible en este caso. Si apuntamos hacia atrás, daremos directamente un giro de 180 grados. Por otro lado, con el mando izquierdo simplemente avanzamos de frente al pulsar el botón. Por supuesto, cada uno de los controladores representa uno de nuestros brazos, que podemos mover por separado para coger algunos objetos. Personalmente soy de los que prefiero un desplazamiento tradicional con giros suaves, incluso si esto implica el uso del Dualshock 4, pero no sabemos si esta opción estará contemplada en la versión final.

La demo se desarrolla mayoritariamente en la habitación, si bien a la hora de dormir tendremos una especie de pesadillas que nos situarán en medio de los pasillos del manicomio, por los que podremos desplazarnos en un ambiente de lo más tétrico y onírico, nunca mejor dicho. Entre sueño y sueño, interactuamos con una serie de personajes: el doctor que hace nuestro seguimiento, una enfermera que nos trae comida y un compañero que, adivina adivinanza, también sufre amnesia y es de lo más inquietante. Cuando digo que interactuamos, no es una mera forma de hablar: las charlas a menudo nos permitirán elegir entre dos posibles respuestas; si bien algunas no parecen revestir gran trascendencia, otras sin embargo irán marcando el devenir de los acontecimientos, cosa que sabremos porque a la hora de elegirlas aparecerán una serie de mariposas revoloteando, en un claro guiño al llamado efecto mariposa. Este detalle me ha gustado porque aumenta mucho la sensación de inmersión, haciéndonos sentir parte activa de la trama y no unos meros espectadores. Sobre todo cuando tanto textos como voces están en castellano.

Debo decir que los gráficos son muy buenos en todos los sentidos. Los personajes se llevan la palma, con unas expresiones faciales muy convincentes y unas animaciones totalmente naturales. Pero también el entorno raya a muy buen nivel, con una ambientación formidable y unas texturas muy logradas. Por fin volvemos a ver unos gráficos en un título de PlayStation VR como realmente deberían ser, con muy poco o nada que envidiar a los juegos convencionales. Sencillamente se nota que detrás hay recursos y no sólo buenas intenciones, que de eso andamos sobrados. La realidad virtual se encarga del resto: un nivel de inmersión alucinante que nos hará sentir en la piel de nuestro personaje, rodeado por esos muros claustrofóbicos en ese ambiente inquietante. Como suele decirse, es algo que hay que probar para entenderlo.

Por supuesto me he quedado con ganas de más, de mucho más. Según he sabido, el juego no tendrá una duración excesiva, pero a poco que tenga una buena trama (y así lo parece), no me extrañaría que lo rejuguemos para ver los distintos desenlaces y giros de los acontecimientos en función de nuestras decisiones. Esperemos que la historia se mantenga a la altura, porque la materia prima está ahí indudablemente.

En definitiva, parece que llega uno más a la selecta y de momento reducida familia de juegos de primera línea para PlayStation VR. De aquí a fin de año hay cosas muy interesantes a la vista, y esperemos que todas cumplan con creces y den a los potenciales compradores motivos de peso para adquirir las gafas. Soñar despiertos nunca fue tan fácil, sólo hace falta un poco de esperanza.