La pandemia del coronavirus ha agudizado el ingenio de la raza humana por tratar de entretenerse, mientras pasa uno de los capítulos más negros de nuestra vida, y que será perfecto para contar en el futuro a nuestros nietos.

Un ingenio que pasa por reinventarse y por dar una oportunidad a los videojuegos, que se han convertido en una solución incluso para los que se desmarcaban como poco amantes de este sector. Sin embargo, el crecimiento de la industria es un hecho con más de 1.300 millones de euros generados al año de media. Algo que se mantendrá y mejorará de cara al próximo 2021.

Según datos de la Organización de Desarrolladores Españoles de Videojuegos, el crecimiento podrá llegar al 23% y se generarán otros 1.500 millones más. Muchos son los videojuegos que se han vuelto virales durante esta crisis sanitaria. Caso de Among Us, Fall Guys o GTA Roleplay.

Pero también hay otros juegos que han conseguido sustituir la falta de un sector de entretenimiento tan importante como el futbolístico, a base de torneos de FIFA 20. Incluso algunos juegos de azar han conseguido reunir a millones de personas que antes decidían jugar en vivo. Es el caso del poker o del bingo, desafiando incluso las restricciones impuestas en sus sectores.

Un juego con tanta tradición como el bingo ya no es algo que ha quedado anticuado para influencers y gamers, sobre todo tras la etapa post-confinamiento. El bingo gana cada vez más presencia en videojuegos mundialmente conocidos y lo hace como un gran recurso de diversión para los usuarios. Pero el bingo ha cruzado la línea con respecto a otros juegos de azar, llegando a crear a través de su propio sistema un nuevo juego ideal para entretenerse en la red con otros miles de usuarios. Y eso es gracias a dos locos argentinos.

Iván Vignau, con el sobrenombre de Maivan, y Lucio Szteinhendler son los creadores de Bingo Pandemia. Dos amigos a los que se les ocurrió una idea que se ha vuelto brillante en época pandémica y que ha cautivado a jugadores de España, Colombia, Brasil, Chile, Canadá e incluso Australia.

Tras ellos esconden una curiosa historia que les llevó a la creación de una web a través de la que se pueden descargar los cartones para las partidas. Y posteriormente organizaban a través de videoconferencia el juego, ejerciendo de anfitriones y cantando los números. Un juego de lo más casero llevado al extremo gracias a su popularidad.

Todo nació de una caja

En Argentina fue cuestión de tiempo que el Gobierno acabara decretando el aislamiento obligatorio. Maivan le propuso a su amigo Lucio pasarlo juntos para intentar entretenerse y ahí es cuando empezó todo. Iván llegó provisto a la casa de su colega de todo un arsenal de juegos de mesa, a los cuales jugaron día tras día, agotando todo el catálogo posible. Todo menos un juego, una pequeña caja de bingo que Maivan había rescatado de casa de su abuelo, ya que nadie la quería.

Dentro había un pequeño juego de bingo por el que enseguida sintieron curiosidad y quisieron probar. Hablaron con dos amigas que también estaban aburridas y jugaron los cuatro a través de una videollamada por zoom. Las chicas recibieron sus cartones por Whatsapp y así pudieron jugar al mismo tiempo que sus compañeros. Algo tan simple como jugar al bingo a distancia. Pero la simpleza conquistó a Maivan y Lucio, que pensaron en continuar jugando y poder hacerlo con más gente.

Poco a poco empezaron a abrir el cerco y cada vez más gente se iba sumando. Los dos autores hacían los cartones a mano y los enviaban por mensaje a todos los que querían participar. Una tarea complicada, pero en tiempos de cuarentena era perfecta para distraer la mente. De decenas pasaron a ser cientos y de cientos a miles. De hecho, coparon el límite de servidores de zoom que es de mil personas al mismo tiempo en la versión premium. Familias, amigos y personas cercanas. Todo tipo de público para juntarse al mismo tiempo y disfrutar de una partida de bingo. Prácticamente aquello se convirtió en un bingo online cualquiera, pero casero.

Los jueves a las 20 horas y sábados a las 22 eran las fechas fijadas para celebrar estos bingos. Bingos que se empezaron a convertir en fiestas. Maivan y Lucio planteaban jugar al bingo vestidos con disfraces o de una determinada manera, casi como una noche temática. El resto de jugadores les seguían el rollo, ya que era muy divertido compartir con gente de todos los lugares del mundo. Porque no solo de Latinoamérica llegaban las conexiones, también de otros lugares mucho más lejanos. Aunque eso se consiguió una vez que abrieron la página web.

https://twitter.com/BingoPandemia/status/1296131245668208641?s=20

Bingo Pandemia vio una oportunidad en este sentido de seguir interconectando a más usuarios y por eso crearon su propia plataforma. A través de ella se pueden descargar los cartones y se organizan las sesiones de bingo. Sin duda un proyecto que ha supuesto una inversión por parte de sus dos creadores, pero que a estas alturas ha valido la pena, ya no recuerdan como era su vida antes de la cuarentena. Han creado una forma perfecta de divertirse, con el distanciamiento social necesario y cumpliendo con todas las medidas pertinentes. Y además, han encontrado un filón de cómo ganarse la vida, ya que ahora organizan eventos y reciben llamadas de otros lugares.

Los bingos de cuarentena que también vimos en comunidades de vecinos durante el confinamiento, pero llevados un paso más allá. ¿Podrán competir en el futuro con los bingos online o los operadores dedicados al bingo como actividad? Lo cierto es que el público reclama opciones alternativas y Bingo Pandemia lo es. Un juego social sin precedentes.