Introducción

El viernes día 10 de junio de 2022 abrió sus puertas el nuevo y renovado Zero Latency, que se presenta a sí mismo como el centro de realidad virtual más grande de Europa y uno de los mayores del mundo.

El viejo Sonny, es decir un servidor, tuvo la ocasión de acudir en primicia el día antes a ver las instalaciones y vivir esta experiencia tan prometedora.

Debo confesar que, aunque sabía de la existencia de Zero Latency, nunca fui al anterior centro. Lo que más me llamaba sin duda -y lo que obviamente distingue esta propuesta de otras domésticas- es la posibilidad de moverse libremente por el entorno, viendo además a tus compañeros embutidos en sus avatares virtuales.

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Bueno, pues por fin me encuentro entre los afortunados que han probado la experiencia de Zero Latency, armado con mis gafas, mi mochila, mi rifle de asalto y, sobre todo, con buenas dosis de ilusión, de esa genuina que a estas alturas sólo me ofrece la VR.

La llegada

El nuevo Zero Latency está en la calle Londres 25 de Madrid, cerca de las paradas de metro de Manuel Becerra o Ventas. Hay otros centros patrios en Barcelona, Terrassa, Bilbao y Zaragoza, pero el de Madrid fue pionero, habiendo pasado por el anterior más de 200.000 personas desde que esta empresa australiana desembarcara en España allá por 2016.

La calle Londres no es precisamente muy conocida, ni la verdad muy llamativa. Por eso, a medida que la recorres, no tardas en distinguir a lo lejos un local con diseño moderno: llegamos a Zero Latency.

Zero Latency 2

En el interior Pablo, nuestro contacto, me saluda muy amablemente. Está acompañado por dos chicas y un chico, a cada cual más atento.

Me encanta la poca gente que hay, de hecho no hay nadie más. Han organizado bien los turnos y a mí me han asignado una hora junto a Daniel de MENzig, que llega poco después acompañado por su amigo Guillermo. ¡Saludos si me leéis chavales!

Como sabéis he ido a algunos otros eventos para la prensa, pero suelen estar bastante abarrotados, mientras que aquí he sentido en todo momento un trato muy personal.

El centro

Debo decir que, al presentarse como el centro de realidad virtual más grande de Europa, me imaginaba que el nuevo Zero Latency sería aún mayor.

Nada más entrar nos aguarda un espacioso vestíbulo con una mesa al fondo a modo de recepción. A su derecha se encuentran dos salas de conferencia y los baños, mientras que a la izquierda hay una tercera sala de conferencias y el espacio habilitado para vivir las experiencias en realidad virtual.

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Como inciso, decir que las mencionadas salas están disponibles para talleres, cursos de formación, charlas, etc., al final de las cuales los participantes podrían desahogarse un poco pasando a la acción en VR. La verdad me pareció una muy buena idea, desde luego mejor que los típicos canapés a modo de reclamo.

Lo cierto es que todo se ve muy nuevo (obviamente), limpio y cuidado, e imagino que con el tiempo irá cobrando vidilla en forma de más elementos decorativos.

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El meollo

Vamos con lo que de verdad importa: la experiencia de realidad virtual que ofrece Zero Latency.

La zona habilitada a tal fin, como el propio centro, resulta más pequeña de lo que yo había imaginado. Me llama la atención que es un espacio diáfano sin paredes ni obstáculos, diseñado con unas líneas molonas que sin embargo cumplen la función de tracking según me explican.

Todavía nos afanamos en pensar en las dimensiones y los límites cuando en realidad virtual la distancia es relativa y las paredes pueden estar donde sea, como explicaré más adelante.

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Las gafas en la actualidad son las HP Reverb G2, pero me dicen que para después del verano van a hacerse con unas mejores que incorporan la propia CPU, por lo que podremos desprendernos de las aparatosas mochilas que son en realidad un ordenador a la espalda. Completa el set un rifle de asalto chulísimo, que hace parecer el Aim Controller de PSVR un juguete.

En todo momento te comunicas a través de micro y auriculares, ya sea con tus compañeros de equipo o con el supervisor por si tienes cualquier duda o necesitas asistencia.

Los juegos

Zero Latency ofrece siete experiencias, pero dejadme deciros que no son las típicas a que nos tiene acostumbrados la realidad virtual doméstica.

Obviamente tampoco hablamos de juegos completos, pero la media hora que dura cada título se disfruta de principio a fin, y de una forma que hoy por hoy sólo puede vivirse en este centro.

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De pronto, gracias al ingenio de los programadores, tienes la sensación de estar avanzando por un entorno más grande de lo que sugería la estancia. Las paredes son virtuales, pero el casco nos avisa si vamos a toparnos con una real.

Desde fuera se debía de ver a tres pringados dando vueltas, pero con las gafas puestas estás en otro mundo por el que además te desplazas físicamente, reduciéndose al mínimo los posibles mareos ocasionados por el llamado motion sickness.

De los siete juegos, seis han sido desarrollados por Zero Latency: Undead Arena VR, Outbreak Origins, Sol Raiders, Singularity, Scarygirl Mission Maybee y Engineerium. Entre ellos elegimos el primero, que viene a ser una especie de concurso loco de la tele, como en la peli Perseguido, donde nos enfrentamos a zombis en sucesivas oleadas.

La otra experiencia que también probamos es Far Cry VR: Dive Into Insanity, un spin off de Far Cry 3 producido en colaboración con Ubisoft; nos pone en la piel de unos pobres turistas capturados por piratas, que logran escapar de sus celdas y abrirse paso en busca de libertad. Como yo suponía, este juego parece estar un peldaño por encima del resto.

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En ambos casos abatimos a los enemigos con diversas armas, en plan FPS. Mientras que en la experiencia de zombis nos movemos por un entorno más o menos cerrado, que va cambiando a medida que subimos plantas por este alocado concurso, en el caso de Far Cry tenemos la sensación de avanzar a lo largo de la isla. De cualquier forma percibimos un espacio mucho mayor del que imponen las barreras físicas.

Cabe decir que no debéis esperar ninguna revolución gráfica al probar Zero Latency. Aquí el salto lo da el espacio y la libertad de movimiento, además del multijugador local, proporcionando la inmersión más fidedigna actualmente disponible en realidad virtual. Además, por mucho que mejoren los HMD, cascos y gafas varias en el futuro, nunca podremos caminar de verdad en nuestras casas.

En definitiva, si tienes algún amigo reacio a dar el salto a la VR, una visita a Zero Latency bien podría despejar todas sus dudas; si yo, sentado en una silla, aún recuerdo cómo aluciné con PSVR, no quiero ni imaginar la sorpresa de alguien que prueba por primera vez la realidad virtual en este centro. Si por el contrario ya estás acostumbrado a esta tecnología y te preguntas si merece la pena Zero Latency, sólo puedo decirte que constituye un paso más en cuanto a inmersión y realismo.