Este análisis ha sido realizado gracias a una copia digital facilitada por Funcom, título actualmente disponible en PC (versión analizada), Xbox Series X|S y PlayStation 5.

Dentro del mundo de los FPS hay bastante variedad donde elegir hoy en día, pero es complicado innovar al entrar dentro género con nuevas propuestas, algo que ha conseguido Metal: Hellsinger por méritos propios, cuyos puntos clave dispararé en este análisis.

Se nota que es un título hecho con mimo por parte de la desarrolladora The Outsiders, que ha puesto empeño en traer un FPS rítmico en donde seguir los compases de la música no solo motivan exponencialmente al jugador o jugadora, sino que además aporta mayor potencia de fuego.

Acompáñame en este viaje por los infiernos, con su banda sonora, que, posiblemente, sea de las mejores que han entrado a mis oídos al ponerme a los mandos dentro de un videojuego.

Historias para no dormir: El infierno

La parte narrativa de Metal: Hellsinger no es su punto fuerte, ya que quiere poner todo el peso en su jugabilidad y sus mecánicas, pero siempre viene bien tener este aderezo en forma de historia que hace de hilo conductor entre los diferentes infiernos por los que iremos disparando a diestro y siniestro.

Nos pondremos en la piel de la Extraña, cuya sangre es mitad demonio y mitad humana, para comenzar una verdadera cruzada a través de los ochos infiernos, disputando verdaderas batallas sin cuartel al ritmo de música heavy metal. Nuestro objetivo final es eliminar del mapa a la Inquisidora Roja, pero para ello debemos atravesar diferentes enemigos y obstáculos.

Desde el inicio nos topamos con una curiosa calavera que nos acompañará durante la epopeya, que hará la vez de narrador con voz en off de cada una de las partes de historia, la cual se muestra mediante dibujos y pintura aportando un excelente diseño artístico al conjunto de la obra. Me he encontrado con alguna que otra sorpresa narrativa dentro de su desarrollo, que siempre son bienvenidas dentro del género.

El diseño de arte es de sobresaliente

La lluvia de balas de Hellsinger

Donde reside el verdadero potencial de este título es en la jugabilidad, la cual nos lleva a un frenetismo visto en otros lanzamientos como DOOM Eternal, y recuerda a todo lo arcade que podía ser Quake III Arena y sus modos online tan alocados. Todas las armas responden muy bien a los mandos, así como la habilidad de esquiva de nuestro personaje, que también tiene lo opción de saltar para aumentar las dosis de verticalidad.

La parte importante de todo esto no es ir pulsando botones a lo loco para acertar a los enemigos, es el hecho de hacer coincidir cada disparo, golpe de espada-calavera, o esquive con el ritmo de la música, gracias a la guía que nos aparece en pantalla que nos permite cuadrar dichas acciones con cada canción.

Si aumentamos el multiplicador de furia gracias a seguir el ritmo, eliminar a nuestros enemigos, o coordinar bien nuestros movimientos como la recarga, tendremos dos recompensas que merecen la pena por igual, una de ellas es la mejora de la potencia de fuego así como de la aparición de ciertas habilidades pasivas temporales, y la segunda, de vital importancia, es el aumento de la intensidad de las canciones, tanto en ritmo, como en la aparición de los vocalistas si nos mantenemos en el multiplicador x16.

Mantener el multiplicador de furia y el combo rítmico es muy importante

Con todo ello el juego incita a mantener el multiplicador de una forma tan acertada que he sentido momentos de verdadera desconexión de mi alrededor con tal de aumentar de forma progresiva el ritmo y de acertar cada uno de mis disparos para hacer aún más daño. Metal: Hellsinger consigue inyectar buenas dosis de adrenalina y demanda todos nuestros sentidos hacia la pantalla, menos el del gusto claro, pero solo es cuestión de tiempo que la compañía haga algo con ello visto el resultado. A este frenesí, hay que sumarle el hecho de realizar “masacres” que son remates al uso de los enemigos que están a punto de desfallecer, los cuales debemos cuadrar también con la música para que sean exitosos.

Dicho multiplicador baja de nivel si no disparamos a ningún enemigo en mucho tiempo, o sufrimos daños, de ahí que también hay que tener en cuenta el hecho de esquivar los ataques de los demonios, especialmente de los jefes de zona, que son parecidos en diseño, pero no así en sus golpes o disparos, que varían unos a otros, y siempre suponen la mayor amenaza dentro del gameplay.

Después de cada fase recibiremos nuestra puntuación, en donde influye la cantidad de tiempo que hemos mantenido el mayor nivel de multiplicador de furia, la cantidad de enemigos eliminados, los disparos a la cabeza, y el nivel de daños recibidos, entre otros, cuyos resultados se verán reflejados en un marcador mundial para ver quien ha desatado más infierno dentro del propio infierno.

Al final de cada fase nos darán la puntuación total de la misma

Variedad dentro del caos

En este apartado me gustaría mencionar del arsenal de armas, así como de los diferentes biomas que nos encontramos dentro de cada uno de los infiernos, porque, aunque tenemos la concepción de un infierno caluroso y lleno de fuego, hay alguno que otro donde el hielo congela la piel, y algunos con vegetación, por lo que veremos variedad dentro de la propuesta de este título.

El arsenal de armas no es especialmente variado, hecho en falta alguna que otra herramienta de destrucción que casaría muy bien con las intenciones del juego, pero lo dejo al descubrimiento del jugador o jugadora, solo decir que es un número menor en comparación a lanzamientos parecidos dentro del género.

Aún con esta premisa, el juego sabe aprovechar todo su potencial a través de armas como revólveres dobles o una escopeta, entre otras, y cada una de ellas cuenta con un ataque definitivo como un señuelo que dispara para hacer daño y funciona como distractor, o un disparo cargado de la escopeta que atraviesa varios enemigos.

Algunos enemigos no dan respiro

Al principio de cada partida nos permitirán seleccionar un arma principal, pero siempre llevaremos encima nuestra espada, así como la calavera que dispara pequeños proyectiles de energía que son muy aprovechables a la hora de mantener el ritmo. El plantel de enemigos no es muy extenso, y repetiremos constantemente a varios de ellos a lo largo de cada infierno, pero las nuevas incorporaciones se irán presentando en cada fase.

Algunos nos atacarán cuerpo a cuerpo, y otros a distancia, e incluso alguno porta un escudo difícil de sortear con disparos, todo ello se complementa para orquestar las mecánicas, puesto que los enemigos nos mantendrán en constante movimiento, siguiendo esa estela de la importancia del ritmo, puesto que pararse en un mismo sitio nunca funciona bien para el multiplicador de furia.

Como añadido a los escenarios principales, introducen pequeñas fases llamadas “Reinos de Tormento” más compactas a modo de desafíos donde conseguir “sigilos” que no son otra cosa que habilidades pasivas con las que contaremos durante toda la fase una vez las consigamos, aunque solo podemos seleccionar dos de ellas, como limitar la bajada del multiplicador de ritmo, o potenciar los disparos al cambiar de arma.

En los Renis de Tormeto conseguiremos habilidades extra que podremos utilizar en los infiernos

Mirando a través de los ojos de la Extraña

A nivel visual el juego puede parecer simplista, pero engaña en un primer momento, ya que su apartado gráfico no es un pilar fundamental si la acción es constante, aún así, el diseño de los niveles es excelente y podemos disfrutar de diferentes estancias donde combatir a diferentes niveles de verticalidad, como para cubrirnos en ciertas zonas si así lo deseamos, pero son espacios que también aprovecharán los enemigos gracias a una IA más que decente.

Su objetivo principal es eliminarnos y harán todo lo posible para ello, y como nos paremos un segundo pueden llegar a ahogarnos a golpes y disparos, por lo que hay que prestar a atención a la disposición de cada zona si queremos salir con vida. Los vídeos y las imágenes hablan por si solas, goza de un buen sistema de iluminación, de efectos en pantalla, así como de una ambientación digna del infierno.

En su aspecto sonoro no hay queja alguna, si te gusta la música heavy metal, lo disfrutarás de principio a fin, y aunque no te guste del todo, te inyectará motivación para seguir disparando sin miramientos a todo lo que se mueva, porque todo es hostil, y aquí hay que hacerlo todo con ritmo.

Los bosses de cada zona suponen el mayor desafío

Conclusiones finales

Hace pocos meses pude hacer las impresiones de este título y me quedé con un buen sabor de boca, que ha sabido servirme el plato principal de forma excelente, Metal: Hellsinger mezcla acción, ritmo y frenesí a partes iguales que, sin darte cuenta, te han metido dentro del infierno con unas habilidades que no creías tener.

Intentar cuadrar los disparos y las acciones con el ritmo nunca pensé que fuese tan satisfactorio hasta que me he topado con él, puesto que sabe conjugar su faceta first person shooter con la música sin hacernos perder la motivación, le da sentido propio y personalidad suficiente para querer una segunda parte con más artistas, más armas, y más enemigos.

En ocasiones puede parecer desafiante, sobre todo en niveles de dificultad más elevados, pero la práctica hace al maestro, y el sistema de puntuaciones también refuerza la búsqueda de querer mejorar en cada partida, pero los resultados finales poco importan, porque sabe inyectarte su música metal a través de artistas como Alissa White-Gluz de Arch Enemy, Serj Tankian de System of a Down, o Mikael Stanne de Dark Tranquillity que no necesitan presentación.

Las sensaciones de caos y control que transmite este juego a partes iguales solo se pueden experimentar si se prueba, pero, sin duda alguna, es toda una experiencia llena de adrenalina y de acción directa, que no decepcionará si te gusta todo lo que ofrece, y si tienes Xbox Game Pass, viene incluido en el servicio, ahí ya no hay excusa, es mejor probarlo.

Reseña
Nota final
9.2
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analisis-metal-hellsinger-un-frenesi-de-balas-en-el-infiernoUn FPS rítmico que ejecuta a la perfección su propuesta, la bso acompaña totalmente a la jugabilidad, y cuadrar el ritmo de la música con nuestras acciones es todo un desafío, que al dominarse produce una sensación muy satisfactoria. Se echa en falta una mayor variedad de armas y de enemigos, que pueden augurar una segunda parte que nos llegue con más fuerza, si eso es posible gracias a la experiencia que ofrece este nuevo título.