Todos, cuando hemos sido pequeños (y no tan pequeños), hemos soñado con viajar al espacio, alcanzar las estrellas más lejanas, descubrir nuevos planetas, estar donde nunca nadie ha estado. En el año 2007 vimos un videojuego que nos proponía todo esto en un vasto universo que aunaba una historia magnifica con unos personajes entre los que se encontraban tanto humanos como seres de otras civilizaciones alienígenas. Ahora, diez años más tarde de aquel primer Mass Effect, nos llega Mass Effect: Andromeda, una historia de soñadores como nosotros que soñaban con viajar por el universo y buscar un nuevo hogar para los seres humanos. Lo que se encentran es un territorio hostil, alejado de aquellas aventuras prometidas a la línea de salida desde la Vía Láctea.

Se llame como se llame sabemos que detrás está Bioware, una de esas compañías en las que solemos confiar ciegamente, realicen el juego que realicen. Sus historias que enganchan, que se entrelazan entre sí, los mundos que nos regalan y un toque muy personal que hace las delicias de los jugadores habituales del género, han provocado que los juegos desarrollados por ellos acaben en un listón muy alto de los favoritos de los jugadores de medio mundo. Siempre nos ponen en la piel de un personaje muy carismático que nos da la oportunidad de ahondar en un mundo bastante inhóspito. Las expectativas eran muy altas y, si bien no ha salido tan bien como esperábamos, es un juego más que notable que cumple las expectativas de los amantes de las estrellas.

Un reinicio al universo de Mass Effect

Mass Effect: Andromeda supone un reinicio narrativamente de la saga puesto que, más allá de unas pocas menciones a la antigua trilogía, empezamos de cero, sin nada a lo que agarrarnos. Comenzamos con un nuevo protagonista, en una nueva galaxia, con muchos nuevos planetas por descubrir y una nueva amenaza contra la que luchar.

Nuestros nuevos protagonistas son Sara y Scott Ryder, gemelos, a los que podremos personalizar a nuestro antojo y darles un nombre, aunque únicamente al personaje que vayamos a controlar, nuestro gemelo mantendrá el nombre original. Bioware no es una de esas compañías que ofrezcan una amplia variedad de opciones de personalización, y este Mass Effect no es una excepción, las opciones son pocas y no demasiado profundas. Además, echamos en falta un personaje carismático como aquel comandante Sheppard que nos acompañó durante tres aventuras inolvidables. Los personajes actuales no están para nada mal, sobre todo Sara Ryder, pero no son un icono de la aventura.

Un punto que juega a favor de los personajes es la personalización y los cambios que tiene en la historia. Como bien se ha dicho antes, la herramienta de edición del héroe no tiene demasiada diferencia con los anteriores juegos de Bioware, pero si entramos en la edición podemos cambiar también el aspecto de nuestro hermano/a y lo hará de igual forma nuestro padre, que se encuentra en la aventura, para visualizar rasgos similares en la línea descendente. Al final de la edición de nuestro personaje, hemos de elegir una historia que cabalga también con la clase de personaje que queremos emplear y una opción interesante en la que elegiremos si Sheppard era un hombre o una mujer.

Los Pioneros del nuevo mundo

Tal y como versaba al principio, la historia de Mass Effect: Andromeda surge de los soñadores, en esta ocasión denominados Pioneros, y sobre una familia, los Ryder, que encabezan la iniciativa de buscar un nuevo hogar para los humanos. Somos los Pioneros, los colonizadores del nuevo mundo, y para ello hemos de trabajar codo con codo contra lo desconocido. A nuestro cargo está toda una nave con una tripulación enorme en la que encontramos seres de muchas y muy diversas especies. Como viene siendo costumbre, se permite estrechar lazos con la tripulación, ganarnos un hueco en su historia, hacernos partícipes de su amistad o enemistad y mantener relaciones con ellos si es nuestro deseo.

Nuestra aventura comienza accidentadamente, topándonos con un entorno que no era el previsto y con unos enemigos que, por el simple hecho de aparecer en su territorio, querrán acabar con nosotros. Así es como comienza nuestro periplo por esta nueva galaxia que nos permite explorar libremente cinco planetas. La cifra puede parecer escasa en comparación con las anteriores entregas de la saga, pero en esta ocasión Bioware apuesta por darnos un plus de calidad en vez de una cantidad sin sentido y vacía.

Llegaremos a ellos siempre como una misión principal y, una vez que la hayamos finalizado, podremos explorarlos a nuestro antojo. Cada uno de los planetas es amplio, vasto, salvaje y desconocido. Cada uno de ellos está repleto de una cantidad ingente de actividades como puntos de interés, minería o alguna historia secundaria que puede llevarnos a pelear contra un temible jefe.

Bioware falla en sus bases

Pero dejando de momento a un lado las actividades secundarias, vamos a ponernos el mono de trabajo y centrarnos en algo en lo que Bioware sabe muy bien hacer su trabajo, la historia y su narrativa. Ponemos las bases de que el juego transcurre 600 años después de los acontecimientos de la trilogía original, puesto que un crucero espacial con 20.000 pasajeros a bordo sume en un sueño de esta cifra a los pasajeros para mantenerlos con vida.

Como el propio título del juego nos dice, vamos a adentrarnos en las profundidades del universo y descubrir lugares en los que nunca nadie ha estado, la galaxia Andromeda. Como hemos dicho con anterioridad, nos toparemos con un entorno hostil fuera de toda previsión y nuestro trabajo será ponernos a cargo de La Iniciativa, que pretende buscar un nuevo hogar para los humanos. La trama vista así pinta muy bien, pero es cierto que esta vez Bioware se ha quedado a medio gas en cuanto a lo que al apartado narrativo se refiere. Si como yo sois veteranos de la ciencia ficción espacial, no os tomarán por sorpresa muchos de los argumentos usado o algunos giros que pretenden sorprender.

Durante la primera mitad de la aventura, es posible que a más de uno se le haga ligeramente pesado, pero, llegados a cierto punto, la historia empieza a coger ritmo y a subir su interés escalonadamente, lo que provocará que no queramos soltar el mando. Lo único malo de esta segunda mitad del juego es que el juego se acaba cuando los acontecimientos más no emocionan y nos enganchan. Narrativamente no tiene solo un “pero”, sino que dista demasiado de ser la aventura con los mejores diálogos. Algunos de estos son infantiles y absurdos, otros interesantes y que nos permiten ahondar en algún personaje, personajes que no recordaremos por su carisma (hay alguna excepción) y, que, si bien tienen un trasfondo interesante, la manera de llegar a ellos no es la mejor. Bioware ha fallado a sus bases más profundas y, sinceramente, es algo que me duele.

Hay cosas muy interesantes como la historia de la familia Ryder y los misterios que se encuentran tras de ellos. Los gemelos, su padre, e incluso su fallecida madre tienen un papel en la historia que quieren contarnos y es algo que en algunas ocasiones se agradece. Sin embargo, Alec Ryder, nuestro padre, al comienzo de la aventura está casi siempre encima de nosotros dictándonos como llevamos el proyecto y dando alguna que otra orden. En los juegos de Bioware también es muy común la toma de decisiones conversacionales, en esta ocasión la moralidad de las anteriores entregas se ha sustituido por el tono que queramos darle a la conversación, a elegir entre lógica, emocional, formal e informal. No es para nada un mal sistema de conversación, pero falla a la hora de que la toma de decisiones no es tan trascendental como cabría esperar.

Un mundo desconocido que explorar

A nivel jugable es lo que todos esperábamos, una aventura rolera con disparos, todo ello bajo una tercera persona y un sistema de niveles, mejora del personaje, armas y armaduras. Hay un elemento que mejora significativamente con respecto a lo visto en todos los anteriores juegos de Bioware y es la manera de movernos por el escenario. Nuestro personaje en esta ocasión es capaz de saltar, agarrarnos a cornisas o realizar esquives rápidos gracias a los propulsores que llevamos a nuestras espaldas. De esta manera podemos llegar a zonas que de otra manera serían inaccesibles y emplear nuevas tácticas al combate.

El combate es el gran beneficiado de esta decisión puesto que se orientan mucho más a la acción ofreciéndonos un dinamismo que, de otra manera, no hubiéramos visto. Ahora debemos plantearnos las batallas desde diferentes ángulos y alturas, sin olvidarnos claro de las clásicas coberturas que en Mass Effect: Andromeda han perdido su botón y funcionan un poco aleatoriamente, simplemente acercándonos a la cobertura, dejándonos vendidos en algunas ocasiones de vida o muerte. A la hora de disparar, todo funciona como solía hacerlo en las anteriores entregas, así que en este aspecto no esperéis demasiadas novedades.

El combate es ágil, dinámico y divertido, pero ha perdido una de sus variables tácticas, la de darles instrucciones específicas a los miembros de nuestro escuadrón. Mientras que en las anteriores entregas de Mass Effect podíamos dar órdenes de qué poder usar en cada momento y sobre qué enemigo o aliado, en esta entrega se limita a dar órdenes sobre a qué enemigo atacar o qué punto defender.

Podría estar mucho más trabajado

Gráficamente, todos hemos oído hablar y vemos visto las horribles animaciones faciales de los personajes, es excelente en algunos de ellos. Los escenarios son bonitos, vistosos, llenos de flora y fauna, de lugares por explorar, pero algunos objetos de los escenarios padecen de popping y de algunos bugs que hacen que nuestro personaje se quede atascado. A nivel de animación, muy mejorable, nos sacan de la experiencia de juego con lo irreales que resultan algunas. Las conversaciones y las expresiones faciales son otro de los problemas que, en ocasiones, nos impiden tomárnoslo en serio y grabar algún gif.

La dificultad del juego es bastante amplia, en el nivel de dificultad normal ya se pagan las inseguridades y los fallos técnicos de los que adolece el juego. La curva de dificultad está muy ajustada y va aumentando según aumentamos nuestro nivel y nuestro equipamiento. En los niveles de dificultad más altos ya supone todo un reto.

Para terminar, a nivel sonoro el juego es una maravilla y tiene melodías que nos pondrán en situación en cada una de las situaciones que lo merecen, en los combates nos vendremos arriba, mientras que durante la exploración casi no notaremos que está ahí pero siempre está amenizando la aventura. El doblaje al inglés está muy trabajado y muy bien interpretado. Un pero que le sacamos a este apartado es el mismo que a The Witcher 3, los subtítulos son bastante pequeños.

Conclusión

Una nueva galaxia, Andromeda, a nuestros pies. Cinco planetas que colonizar. Enemigos a los que abatir. Mass Effect: Andormeda es una aventura galáctica en la que todo suena exageradamente bien pero que falla en los más simple.

Si las bases que propone os parecen lo suficientemente suculentas esta es vuestra aventura, pero os llevareis algún que otro chasco en algunos apartados. Cientos de horas en una galaxia repleta de misterio en la que cada paso que demos lo haremos hacia lo desconocido, con misiones de gran interés y otras que se quedan algo cortas, pero que dan pie a un juego notable que podría haber llegado mucho más lejos.