Destiny es un juego difícil a varios niveles; difícil de querer, complicado de entender en su oferta jugable, complejo de soportar tras acabar su escasa historia "individual". Aunque hay que reconocer que te engancha y es muy fácil que tu vida diaria se base en sus horas de juego.

Pero, ¿qué tiene de especial el lanzamiento de Bungie? Pues se podría decir que todo y nada. Y es que pese a ser el juego más caro de la historia, casi nada en Destiny rezuma originalidad ni unos valores de producción astronómicos. Estamos ante un juego de tiros en primera persona, claramente inspirado en las anteriores obras de la compañía de la saga HALO, donde priman aparte de la necesaria puntería, la habilidad con los saltos estratosféricos y, en menor medida, el manejo de vehículos. Pero donde radica su punto diferenciador con todo lo visto hasta hoy en consolas, es en su obligatoriedad de una conexión online permanente. Da igual que seamos unos renegados sociales o vivamos en una cabaña aislados de la civilización, para jugar hace falta Internet sí o sí. Y ojito con las caídas de red, porque os podéis quedar bien colgados.

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Se puede dividir a Destiny a su vez en dos juegos, siguiendo el esquema habitual en los programas de mundos persistentes (MMoRPG) de los que bebe a grandes sorbos: la vertiente que nos enfrenta a la máquina / Intelgencia Artificial; lo habitualmente llamado "Campaña"; y la variante de partirnos el lomo contra otros jugadores, comunmente conocido como "PvP" y renombrado aquí como "El Crisol". Éste último no difiere mucho de los clásicos modos multijugador del propio HALO, Call of Duty, o Battlefield, con la típica progresión de habilidades, armas y modalidades de combate a muerte por equipos o dominando banderas. Nada nuevo en el horizonte. ¿O sí? Todo lo que hagamos en el competitivo del Crisol, repercutirá en la campaña, y viceversa, gracias al nexo de unión entre los dos modos principales: La Torre.

La Torre. El último bastión de la humanidad. Un punto donde manejamos a nuestro personaje desde una vista en tercera persona y donde no hay lugar para la acción. Una sala de espera chula. Aquí será donde gastemos nuestras pequeñas fortunas en mejoras y administremos nuestro inventario al más puro estilo de los juegos de rol; además de poder encontrarnos con hasta 15 jugadores más para organizar partidas o hacer amistades. También servirá para conocer pequeños datos sobre el universo Destiny, que no pasa de regirse por la típica historia de un futuro en el que el hombre debe enfrentarse a diversas razas alienígenas para recuperar la paz en la galaxia y bla, bla, bla... en serio, es difícil notar la millonada invertida, al menos en guionistas.

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Pasamos ahora al modo campaña, que es donde reside la gran diferencia con otros "shooters"; y es que pese a que lo podemos jugar como un COD o cualquier juego de tiros de toda la vida corriendo solos como posesos, la gracia intrínseca está en juntarse con colegas y jugarlo entero en cooperativo. Las misiones principales permiten siempre 3 jugadores simultáneos, adaptándose la dificultad para que no sea un paseo de rosas y el hecho de plantear estrategias para avanzar o derrotar a un jefe final resulte de lo más gratificante. Además, los escenarios permiten cierta exploración para la búsqueda de materiales o actividades secundarias que nos encargarán en la torre. La diversión se multiplica exponencialmente si probamos dentro de este modo las Incursiones, misiones de larga duración que permiten un equipo de hasta 6 miembros y donde se requiere coordinación y mucha cabeza.

Todo pinta muy correcto, atractivo, único en consolas y la publicidad de Activision además nos hace salibar con un juego para dedicar meses y meses... pero ojo. Si el rollo competitivo no nos llena, una vez se termina la campaña que consta de poco más de una veintena de misiones, sólo nos queda repetir. Y volver a repetir. Repetición hasta la extenuación. Pese a que se nos vendió Destiny como un juego para durar una década, sólo un nivel de masoquismo digno del Marqués de Sade nos mantendría enganchados tanto tiempo. Da igual que cada día haya eventos aleatorios, misiones semanales o parches de mejoras; todo lo habremos repetido numerosas veces, pues se recicla lo acontecido en la campaña y la única gracia es subir de nivel a nuestro personaje, carente el pobre de total personalización y dependiente del puro azar de las armas o piezas que nos toquen. Eso sí, según sea la paciencia de cada uno y, sobre todo, de tener gente divertida con la que jugar,variará el tiempo que tardaremos en frustrarnos por volver una y otra vez sobre nuestros pasos. Pueden ser días, semanas, o incluso meses... pero el hastío total llegará.

Destiny, por otra parte, entra bien por lo ojos y de lujo por los oídos. Los gráficos de la versión de PS4 destilan esfuerzo y parte de esa gran inversión, con unos escenarios relativamente variados (lástima disponer sólo de 4 planetas) con efectos de luz dinámicos y todo moviéndose fluido a 30 fotogramas por segundo. El aspecto sonoro da el do de pecho (...¿lo pilláis?...) con una banda sonora épica y un doblaje al castellano de calidad. Un bonito envoltorio en resumidas cuentas.

Como decíamos al principio, Destiny es difícil de querer. Pero el amor nunca ha sido fácil de entender. Y con ésto, me voy a jugar la misión diaria....¿De nuevo en Marte? ¿La que ya repetí por 59va vez anteayer?... Todo sea por mantener viva la chispa de lo nuestro...

JUGABILIDAD: 7. Acción y tiros de calidad. Lástima que no haya secciones que aprovechen los vehículos, ya que todo es muy "space ópera". Unos combates de naves quedarían de lujo... ¿quizás en una próxima actualización de pago?

GRÁFICOS: 8. Detallados y movidos por un motor muy estable. No estamos ante una peli de Pixar, pero todo luce muy por encima de la media.

SONIDO: 9. Voces en español de calidad cinematográfica, aderezadas con una música variada y que ayuda a la inmersión en la faena de reventar cabezas de bicho.

DURACIÓN: Totalmente variable. La historia da para unas 15 horas, más todas las que se echen buscando mejoras. El crisol para el tiempo que enganche. Y si hay ganas de más, tiene pinta de que Activision exprimirá su gallina de los huevos de oro con expansiones de pago cada pocos meses.