Introducción

A lo largo de la relativamente corta historia de los videojuegos, hemos visto nacer el género de los RPG o role playing games en sus distintas variantes. Sin embargo no son muchos los casos de títulos como Call of Cthulhu que, basándose en el juego de rol homónimo, lleva la experiencia de una auténtica partida rolera a la pantalla de nuestros televisores. Pero vamos primero con los antecedentes.

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Howard Phillips Lovecraft fue un escritor estadounidense de principios del siglo XX, excéntrico y solitario. Incluso sus más acérrimos admiradores reconocen que debía de ser un personaje cuanto menos peculiar, pues son muchos los detalles raritos sobre su vida. Esa personalidad única, sin embargo, le llevaría a imaginar y plasmar un tipo de terror, bautizado como cósmico, inexistente hasta entonces. Edgar Allan Poe sería tal vez su precursor, pero hasta H. P. Lovecraft el concepto de terror no había pasado de vampiros, el monstruo de Frankenstein o los clásicos fantasmas.

Las creaciones del escritor de Providence iban mucho más allá y nos presentaban a criaturas antiquísimas que sobrepasaban la comprensión humana: seres extraterrestres hostiles, o al menos con motivaciones totalmente ajenas a la moral humana, por lo general grotescos, retorcidos o sencillamente delirantes, cuyo conocimiento solía desembocar en la más completa locura al contemplar la magnitud de su existencia (y por ende la insignificancia del ser humano).

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Call of Cthulhu, o La Llamada de Cthulhu en español, no es una novela al uso sino uno de los muchos relatos del autor, pero ha sido el título que ha trascendido a la cultura popular y que por tanto comparte el juego que nos ocupa; aunque no es ni mucho menos el primero que aprovecha la ambientación de Lovecraft, tal vez sí sea el que mejor lo hace. Veamos por qué.

Un auténtico juego de rol

Vaya por delante que hay muchos tipos de juegos de rol. Casi todos consisten en varios amigos alrededor de una mesa, con un narrador que dirige la partida y diversos jugadores que interpretan a sus personajes, merced de unas fichas, dados, lápices y poco más. Los hay más enfocados al combate, otros más versados en la investigación, y por supuesto hay muchas ambientaciones y reglamentos distintos. Como ya he dicho, Call of Cthulhu se caracteriza por tener una estructura muy fiel al juego de rol que lleva su nombre.

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¿Y esto por qué exactamente? Pues porque el desarrollo de Call of Cthulhu podría estar basado directamente en una de estas partidas. Por tanto, no esperéis estadísticas de todo tipo, armas y objetos que las modifican, ni subidas de nivel; no vais a encontrar puntos de vida ni magia, pócimas o tesoros. Olvidad el concepto de juego de rol tal y como generalmente se ha plasmado en el mundillo: aquí lo que tenemos es una aventura en primera persona, dividida por capítulos, donde poco a poco se irá revelando una trama siniestra y contemplaremos el rostro de la locura.

Call of Cthulhu busca mimar la ambientación y la historia, cosa que consigue con nota. Tanto que tal vez descuida algunos elementos puramente jugables, tal y como veremos a continuación.

Un videojuego relativo

La fidelidad de Call of Cthulhu al juego de rol homónimo hace que inevitablemente se pierdan (tal vez algunos digan que se han descuidado) ciertos aspectos jugables. Este título bien podría ser un walking simulator, ya que por lo general avanzamos por la trama más como espectadores que como participantes en la misma. Desde el primer momento se adivina que no vamos a poder cambiar el oscuro destino que se cierne sobre nosotros.

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Algo que me ha llamado la atención es que, aunque en el esquema de controles tenemos un botón para disparar, no va a ser hasta avanzadísima la aventura que podremos hacerlo. Además, hay algunas partes donde debemos escondernos y evitar que nos vean, las cuales también nos recuerdan que esto es un videojuego.

Pero en general la dinámica consiste en avanzar, resolviendo algunos enigmas por el camino y, sobre todo, recolectando mucha información que contribuye a enriquecer la ambientación. En este sentido destacan las conversaciones con los PNJ, que en la jerga rolera son los personajes no jugadores: aparte de ricas y profundas, encontramos que determinadas opciones de diálogo están bloqueadas o dependen de nuestras características, que podremos ir mejorando selectivamente a medida que avanza la trama.

Hablando de características, éstas son psicología, elocuencia, percepción, fuerza, investigación, medicina y ocultismo. A excepción de las dos últimas, que mejoran por nuestra interacción con el entorno, el resto pueden ser aumentadas con unos puntos que acumulamos según discurre la aventura, lo que nos permite un grado de personalización. Una cosa que me ha gustado es que estas características se calculan en base a un porcentaje, algo muy rolero.

Ambientación de los Mitos

Ya hemos dicho que Call of Cthulhu se parece mucho a una partida de La Llamada de Cthulhu, pero no hemos explicado realmente por qué, más allá de referirnos a su fiel ambientación.

En realidad, en este sentido se combinan varias cosas: la propia ambientación, por supuesto, los antecedentes de la historia, su desarrollo y el papel omnipresente que juega el concepto de la locura.

La historia nos pone en la piel de Edward Pierce, un detective privado algo traumatizado por la experiencia de la Primera Guerra Mundial. Estamos en nuestro despacho cuando aparece un eminente señor de negocios para explicarnos que su hija, la afamada pintora Sarah Hawkins, ha muerto aparentemente en un incendio. Aparentemente porque el buen señor no se fía de la naturaleza accidental del asunto, así que nos contrata para investigarlo.

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Sarah, una chica de alta cuna, decidió mudarse con su marido a la isla pesquera de Darkwater, frente a la costa de Massachusetts. Primer lugar imaginario, como la ciudad de Arkham o la universidad de Miskatonic, omnipresentes en la obra de Lovecraft; y desde luego un destino curioso para una chica acostumbrada a codearse con lo mejor de la sociedad... Y hasta aquí puedo leer, pero ya tenéis los antecedentes perfectos para un relato de los Mitos.

Vamos ahora con la ambientación, sin duda lo mejor del juego. Cada entorno está muy cuidado y transmite una sensación onírica de que algo no encaja, cuando no directamente una impresión enloquecedora que a nosotros mismos, como jugadores, en algunos puntos nos va a inquietar. Los escenarios están llenos de detalles hechos con mucho mimo y esmero, contribuyendo a crear esta atmósfera genuina.

Por otro lado el sonido acompaña perfectamente y sin él de hecho sería imposible alcanzar la sensación de angustia que transmite el juego, a medida que nos adentramos más y más en las fauces de la locura.

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Tras nuestro periplo, que puede durar algo más de diez intensas horas, vamos a afrontar un desenlace en cierto modo inevitable, como decía al principio. Pero también vamos a poder tomar una última decisión trascendente, que desembocará en uno de los tres finales disponibles. Podéis contemplarlos tranquilamente uno a uno, ya que el juego no sobreescribe la partida una vez finalizada; de hecho, es justo decir que no hay mucho más que hacer una vez concluida esta aventura.

Del apartado técnico voy a hablar aquí mismo, ya que forma un todo con la ambientación y la historia. Sobre el sonido poco más hay que decir: excelente pero con las voces en inglés, aunque el juego está subtitulado en castellano. Respecto a los gráficos, las expresiones faciales quedan bastante malparadas, algo que además en un título como éste debería ser importante; a cambio tenemos unos escenarios muy bien realizados, aunque todo se mueve a 30fps y, por qué no decirlo, con algunos tirones cuando giramos la cámara.

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Conclusión

Call of Cthulhu es un juego hecho con mucho cariño, sin duda por fans de Lovecraft y su obra. Es, además, el título de cuantos he probado más fiel al legado del autor. Y es, como videojuego en sí mismo, una aventura solvente e inquietante con una excelente ambientación.

De Call of Cthulhu se ha criticado que intenta implementar diversas mecánicas jugables sin llegar a destacar en ninguna. Lo cierto, diría yo, es que relega a un segundo plano la parte jugable. Porque nos propone, ante todo, una aventura de los Mitos: una experiencia cercana a la locura, aderezada con algunas dinámicas curiosas que efectivamente no llegan a cuajar al sentirse algo deslabazadas, pero que al menos aportan cierta variedad.

Si eres un aficionado a Lovecraft ya sabes qué hacer. Si ni siquiera te suena el afamado escritor de Providence pero te gustan los juegos tipo Silent Hill, igualmente no le pierdas la pista a este título. Pero si eres un amante de la acción, ten muy claro que aquí prácticamente no existe, porque esto es lo más parecido a leer un relato de Lovecraft mientras juegas. Para mí desde luego una gozada.

Dónde comprarlo

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