Soy de esos afortunados que pueden presumir de haber jugado a la saga Souls desde el principio, aunque el mérito no es mío sino de un amigo. Si por mí fuera, me habría ocurrido como a muchos usuarios, es decir me habría enterado de qué iba este tinglado cuando ya estuviera en boca de todos.

No fue así, como ya digo, sino que compré Demon's Souls siendo un perfecto desconocido. Recuerdo la convicción de mi amigo al hablarme de este título, como dando por hecho que iba a ser rompedor... ¡y vaya si acertó!

La moraleja de esta historia es que si ves que alguien tiene una corazonada, no la ignores sin más: el dios de los videojuegos inspira a algunos usuarios y los lleva a descubrir las obras maestras incluso antes de que salgan.

Ha nacido una estrella

Volviendo a la saga Souls, qué voy a deciros... Por aquel entonces no sólo aluciné con Demon's Souls, sino que tenía esa sensación privilegiada de haber descubierto una joya de la que aún no estaba hablando todo el mundo; y recalco el aún, porque si algo tenía claro es que había nacido una estrella.

Incluso tratándose de un desconocido que llegaba sin hacer mucho ruido, Demon's Souls fue muy bien recibido por los medios. Ahora pienso en los pocos redactores que lo puntuaron bajo y lo que habrán pensado después...

Y así fue la cosa, viento en popa que suele decirse. Siguieron Dark Souls y Dark Souls II en la anterior generación, y Bloodborne, Dark Souls III y Sekiro: Shadows Die Twice en ésta.

Hidetaka Miyazaki -que por cierto menuda pinta de friki tiene el bendito- es el padre de todo este invento. No dirigió la segunda parte de Dark Souls, pero la supervisó con resultados más que dignos. ¿Y qué tiene este señor? Ya habréis leído un montón de artículos intentando desgranar su receta, pero no por ello voy a dejar de escribir yo el mío.

Como tal vez os habréis imaginado, ahora estoy con Sekiro. Debo confesar que el cambio de sistema, más drástico aún de lo que supuso Bloodborne, me volvió un poco reticente al principio. Sin embargo, a poco que le des una oportunidad, lo último de From Software se revela como otro juegazo más, y es que Miyazaki no falla una oiga. ¿Cuál es su secreto entonces?

Las claves del éxito

Veamos los elementos que tienen en común todos los videojuegos mencionados, de lo cual podemos destilar la esencia pura del creativo japonés:

1- Una dificultad indistintamente alta. En el caso de Sekiro, es lícito decir que a From Software se la ha ido la pinza con algunos bosses. El caso es que nunca puedes bajar la guardia en los juegos de Miyazaki, ni contra el enemigo más cutre. Pero esta dificultad se transforma en una incuestionable euforia cuando por fin nos pasamos esa parte donde estábamos atascados, tanto más cuanto más nos ha costado.

2- Una interiorización de la muerte como algo inherente al juego. Morir en todos estos títulos conlleva un precio y a veces incluso duele, pero sobre todo forma parte de la experiencia, como explorar o luchar. Se trata de una mecánica más con sus propias reglas.

3- Una historia difusa que apenas nos cuenta nada. Lo desconocido eleva el nivel de misterio en torno a estos juegos: ¿quién soy? ¿Qué hago aquí? En cierto modo, los títulos de Miyazaki son una búsqueda a la desesperada de nuestra propia identidad.

4- Unos entornos raros y hostiles, por momentos oníricos. Además de no saber muy bien quiénes somos, poco más sabemos de dónde estamos. El lore de estos títulos se esconde tras sus objetos, tras los detalles, tras esos enigmáticos personajes que parecen drogados.

5- Un mapeado colosal y magistralmente interconectado. Nos sentimos como un pequeño roedor en medio de un laberinto gigantesco, lleno de trampas, secretos y misterios. En realidad ni siquiera hay un gran premio al final, pero hemos disfrutado de cada paso dado por el camino.

He ahí los elementos comunes de las recientes obras de Miyazaki. Coge estos ingredientes como base, luego añade una pizca de mecánicas nuevas, un toque de ambientación diferente y ahí tienes el resultado: indistintamente el mismo guiso delicioso, pero con pequeños matices. Rollo medieval, victoriano, japonés... tanto da, ¡el sabor de fondo es el mismo y nos encanta!

Ahora mismo estoy con Sekiro como ya he dicho, disfrutando a tope. Todos estos juegos de From Software son especiales, distintos, intensos como pocos. Tienen algo. No me gustaría imaginarme el mundillo sin que de vez en cuando podamos echarle el guante a algunas de estas maravillas merced a Miyazaki, de modo que deseemos al buen señor una larga y próspera vida. Y démosle las gracias. Hontoni arigato gozaimasu!