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"La belleza está en el interior", "lo importante está en el interior"...,¿Cuántas veces habremos oído esa frase a lo largo de nuestra vida?. Hace referencia, generalmente,  a la importancia que tiene la forma de ser de las personas contra su aspecto físico. Primando que lo más importante de una persona, por encima de todo,  es su forma ser y no como sea físicamente o lo que tenga en su patrimonio.

Tampoco vamos a ser hipócritas, a todos/as nos gusta un buen dulce, máxime cuando con esa persona queremos intimar más allá de la amistad, está claro que, para tener algo más que amistad, algo físicamente te debe atraer. No obstante, desde la experiencia de un servidor, qué verdad es que "la belleza está en el interior" y que lo importante es cómo te sientas con esa persona y que seas "compatible" con la misma, por encima de cualquier atributo material o físico. Básicamente porque es lo que prevalece con los años por encima de las otras cosas y lo que de verdad perdura.

Os estaréis preguntando qué tiene que ver esta reflexión con los videojuegos, pues, desde mi humilde punto de vista, mucho más de lo que pensamos, más aún en los tiempos que estamos viviendo hoy en día en nuestro maravilloso hobby. Vivimos en una era en el mundo de los videojuegos en la que estamos más pendientes que nunca de los frames por segundo, la resolución y, por supuesto, el aspecto gráfico en general que tenga un determinado título. Muchas veces tendemos a juzgarlo por ese aspecto únicamente y no le damos una oportunidad si no nos convence su "aspecto físico" a nuestros ojos... . En una era en que oímos palabras técnicas y anglicismos por doquier: teraflopsupgrade, downgrade..., creo que a veces se nos está empezando a olvidar qué es un videojuego o mejor dicho, lo qué es verdaderamente importante del mismo: qué nos divierta mientras lo jugamos.

Estamos todos de acuerdo que un buen apartado técnico es importante, que ayuda en su inmersion (dependiendo también del género o juego), que gusta en general..., pero no nos engañemos, pasadas las primeras horas (o minutos) de impresión, como el juego no tenga una jugabilidad que nos guste o nos aburra, nos vamos a sentir bastante frustrados por su compra y se nos va a quedar una cara que ni la de Kratos en la saga God of War.

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Así pues, un humilde servidor opina que la diversión que nos reporte un título, y cómo nos sintamos con él mientras lo jugamos, es lo que realmente importa y tiene valor por encima de cualquier otro atributo, ya sea gráfico, sonoro o de duración por ejemplo. Lo importante, su "belleza", está en "su interior".

Por otra parte, lo ideal sería que un determinado título lo "tuviese todo", o al menos un equilibrio adecuado en todo sus apartados que nos satisfagan. Llegados a este punto, opino que existen (y han existido a lo largo de las distintas generaciones) numerosos y variados títulos que cumplen sobradamente con lo mencionado, seguro que a vosotros/as se os vienen a la cabeza muchos ejemplos también. Por supuesto todo esto en general es muy subjetivo (al igual que los atributos físicos y emocionales que nos puedan atraer de una persona determinada) y no existe una verdad absoluta ni una única solución posible como pasa en las ciencias formales (lógica y matemáticas), en absolutamente todos los ámbitos sociales de nuestra vida (como el que nos ocupa); las "verdades",  lo "correcto", lo "bueno", lo "malo", etcétera; depende del subjetivismo de cada individua/a, del punto de vista de cada cual.

Como reflexión final (y haciendo de nuevo analogía con las personas), muchas veces si dejamos pasar detalles o "defectos" que no terminan de agradarnos, acabamos llevándonos una grata sorpresa con un videojuego concreto, que incluso puedo calar más hondo que con aquel título que en un primer momento nos impresionó y nos dejó boquiabiertos/as, pero que una vez "conocimos más a fondo" nos dejó más fríos/as de lo que esperábamos.

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