La pandemia global que estamos viviendo y las medidas de seguridad que se están tomando en consecuencia para contrarrestar el avance del virus están afectando negativamente a la economía. Unas de las medidas que más están azotando a los negocios son el toque de queda y el límite horario que tienen los bares y comercios para estar abiertos.

En Japón, los salones Arcade que aún sobreviven a los estragos del virus, luchan todo lo que pueden para que la partida no llegue a su fin.

Una situación trágica

En Tokio, la capital japonesa, los salones recreativos están a la orden del día y, en condiciones normales, son locales muy transitados y llenos de vida. Las luces, los sonidos de las propias máquinas y gran cantidad de jugadores reuniéndose para jugar, por ejemplo, a Street Fighter, formaban parte de una estampa cotidiana hasta que llegó la pandemia.

Desde entonces, al igual que otros muchos negocios, los salones recreativos están sufriendo económicamente debido a las medidas de seguridad. Por ejemplo, Mikado, uno de los salones recreativos de Tokio, con unas 250 máquinas arcade en su interior, está desangrándose día a día. Esto se debe a que su clientela se ha visto reducida y a que tienen un horario de apertura mucho más limitado debido al estado de alarma.

Además, a diferencia de otros negocios, como los bares y restaurantes, los salones Arcade en Japón no reciben ningún tipo de ayuda económica por parte del gobierno para sobrevivir a esta triste situación.

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Muchos de estos salones ya han visto su partida terminada durante el primer estado de emergencia del pasado año e, irremediablemente, han tenido que echar el cierre definitivamente. Los pocos que aún sobreviven, como ya comentamos en este texto, se encuentran en la cuerda floja.

En AllGamersIn esperamos de corazón que superen este gran bache de la mejor forma posible dadas las circunstancias. Los salones Arcade, escasos en nuestro país e inexistentes en la ciudad en la que resido, son una figura legendaria dentro de nuestro mundillo que, al igual que otros muchos negocios, no merecen morir y menos de esta forma tan trágica. Se merecen una vida extra para continuar con la partida.