De una forma u de otra se muestra en los videojuegos de manera transversal algún momento de despedida, ya sea porque algunos de los personajes desaparece, fallece, o deja de estar activo en el transcurso de la historia. Así mismo puede ocurrir con mascotas, animales a los que les hemos cogido cariño, aunque sean unos cuantos pixeles, por ello, veía necesario hablar de las despedidas a través de Spiritfarer, juego que recomiendo encarecidamente.

No se trata de un análisis del mismo, simplemente plantea cuestiones que hemos visto a lo largo de nuestra vida y que deberían cobrar más importancia de las que podemos otorgarle en la actualidad, o quizás ya lo haces y conviene darle un repaso.

En Spiritfarer encarnamos a Stella, que sustituye a Caronte en su cometido de transportar y llevar a las almas perdidas hacia el más allá, pero no se limita solo a eso, si no que también trataremos de cuidar a dichas almas, de la mejor manera posible, alimentándoles, creando un hogar para ellas, en definitiva, de dar la atención que necesitan marcándote algún detalle extra, lo que supone una buena carga de responsabildiades.

Directamente se define como un juego de gestión sobre la muerte, pero considero que va más allá de eso, también se trata de un título sobre la vida, me explico, nuestra misión consiste en guiar a todas las almas posibles hacia el otro lado, pero en ese camino, en ese viaje, descubriremos mucho más sobre ellas, sus miedos, sus sueños, su arrepentimiento, sus aciertos, sus virtudes y defectos, e incluso como influyen las unas en las otras.

Un viaje lleno de emociones

Cultiva, extrae recursos, pesca, cosecha, cocina y fabrica navegando, pero lo considero una metáfora, nunca nos han enseñado en el sistema educativo a despedirnos, la ausencia de una buena base sobre gestión de emociones e inteligencia emocional ha creado momentos incómodos, momentos de dolor, pero también momentos de sorpresa, y no quito valor a todas ellas aún recibiendo educación sobre emociones, todas seguirán transmitiendo, sea cual sea el aprendizaje.

A través de Estella empezaremos un viaje de autocomprensión, quizás en sus mares relajantes o en momentos de tensión se nos despiertan nuestras propias inquietudes y no para de mostrarnos que antes de una despedida, recalca la importancia del cuidado, todo depende de cómo tratemos a nuestros pasajeros y pasajeras (válgame la metáfora con la realidad) las despedidas serán de una forma o de otra, y hasta prematuras en algunos casos.

Todo influye en la forma en la que vemos el viaje de cada una de las almas que nos topamos, algunas querrán comer más variado, otras necesitan más abrazos, hay amantes de la música, de la ingeniería, del arte, todo transmite y todo enseña, pero ¿Qué pasa cuando nos despedimos?

Este proceso tiene un nombre, y se llama duelo, un proceso de adaptación emocional que se produce al perder a alguien física o metafóricamente, ya sea por desaparición o abandono, un proceso complicado que varía de unas personas a otras, pero que nos hace añorar a aquellas personas que ya no están y que nos deja un vacío importante, tanto que puede llegar a doler, y mucho.

En este caso, cuando vemos un camarote vacío, el cual hemos hecho específicamente para esa alma, la hemos decorado como quería, con detalles que le sacaban una sonrisa y que hacían que se sintiese mejor, quizás se trate de eso, ¿No?, de saber cuidar el camarote de las personas que nos rodean, de saber cuando abrazar, de saber cuándo escuchar.

La metáfora de Spiritfarer

En Spiritfarer tenemos la facilidad de que nos demandan atención en determinadas ocasiones, o una rueda de opciones que nos dice que posibilidades hay para descubrir su estado, e incluso de vez en cuando comentan su conformidad o su disconformidad, en la vida real es más complicado, pues hay personas que son más abiertas cuando tienen un problema o son más reservadas, cuando hay miedo, sorpresa, alegría o desconcierto también ocurre, seguramente te vengan a la cabeza esos dos tipos de personas (dentro de los millones de tipos que hay).

Pero, ¿Merece más atención quién más lo expresa?, ¿O quién menos lo dice?, el resultado obvio es: las dos. Me he paseado de un lado a otro del barco, y en algunas islas también, cada dos por tres escuchando a todo el mundo, para saber qué necesitaban, qué querían, que les molestaba, qué misiones son las suyas personales, independientemente de si aparecía un bocadillo con una exclamación. Por eso pienso que este título nos quiere mostrar la importancia de vivir, de entender y de saber sobre la vida del resto de almas que transitan por el mismo mundo que nosotros y nosotras.

Ante una pérdida puedes sentir ansiedad, culpa, confusión, negación, tristeza… pero también quedan los buenos recuerdos, una sonrisa, una puesta de sol, una conversación, un día tranquilo, una palabra, todo ello lo maneja de forma magistral este modesto título que no tiene una publicidad millonaria, ni aparecerá en los museos de los videojuegos, pero remarca la importancia de que aprendemos algo de todo el mundo, que llevamos un trocito por dentro que no se disuelve, porque perdura, más allá de un viaje en barco.

He llegado a saber de memoria cual es la comida favorita de varios de mis pasajeros y pasajeras, que comida no les gusta, si comen carne o no, si saben sobre botánica o sobre fabricación, de dónde vienen, de qué se arrepienten, y, sobre todo, qué puedo aportar yo para que se encuentren mejor y cierren sus temas pendientes y marchar con calma al más allá.

Además de la parte maravillosa de conocer nuevas historias, al igual que conocemos a nuevas personas que vienen para quedarse, no tiene desperdicio escuchar a todos y cada uno de los personajes, y la historia que tienen que contar.

Reflexiones con el mando

Cabe mencionar el duelo que experimentamos al terminar un buen videojuego, un buen libro, serie o película que nos ha marcado durante todo el trayecto, durante toda la vorágine de emociones que transmite, esos personajes inolvidables, esa magia que se crea al conectar con un determinado componente de nuestro grupo, no querrás que pase de largo, y lo guardas como un tesoro, pero lo muestras y lo enseñas, porque puede llegar a otras personas, y eso no tiene precio.

A lo que quiero llegar con todo esto no es a adoctrinar o forzar a todos aquellos y aquellas que por dentro se anden planteando ahora mismo qué deben hacer, no somos personas perfectas, ni falta que hace, Stella no lo es, ni pretende serlo, pues también es importante guardar huecos para cuidarse a uno mismo o a una misma, aunque a nuestro alrededor detectemos necesidades, no te hace peor persona o peor jugador no ir directamente a ayudar a los demás.

Simplemente reflexiona, simplemente piensa, simplemente cuida antes de despedirte, porque la importancia de aprender a despedirse, reside en el camino recorrido previamente, ya sea en barco, ya sea jugando, ya sea simplemente viviendo.