En los ya lejanos tiempos de PlayStation, el salto que supusieron los gráficos en 3D fue sin duda uno de los mayores de la industria. Si tuviera que nombrar otro que yo presenciara, estaría la generación de 16 bits y más concretamente Mega Drive, con esas versiones de juegos como Golden Axe o Altered Beast que tenían poco que envidiar a las recreativas.
Neo-Geo también estaría por ahí, pese a ser una consola tan marginal, y ya puestos mi querido Amiga 500, que al lado del famoso Spectrum era como una máquina del tiempo.
Después, siento decepcionar a los más jóvenes pero no ha habido nada que suponga un salto cualitativo tan grande, incluyendo los PC y sus famosas tarjetas que a fin de cuentas sirven para jugar a lo mismo en ultra, a más resolución, cuadros por segundo y lo que quieras... pero lo mismo.
Total que en aquellos tiempos casi mágicos de PlayStation todos nos preguntábamos cuánto podían dar de sí las 3D y qué juegos nuevos y alucinantes recibiríamos...
...Y nos pusimos las botas.
Entre el género del survival horror, que oficializara Resident Evil aunque ya existían precedentes como Alone in the Dark, un título consiguió dar un giro de tuerca, labrarse un nombre propio y sentar varios precedentes: me estoy refiriendo a Silent Hill.
La palabra que define a Silent Hill es onírico, es decir perteneciente al mundo de los sueños, o en este caso de las pesadillas. Vamos que es una pedazo de empanada mental de tres pares de narices, presentando una historia tan difusa, etérea y ambigua como fascinante.
Con PlayStation 2 y su punch de potencia llegó el esperadísimo Silent Hill 2, del que destacaba una niebla volumétrica mucho más currada.
Siguieron varias entregas, que ojo yo disfruté de la primera a la última aunque la crítica no opinara igual. Silent Hill: Downpour, que salió en PlayStation 3 y Xbox 360, fue la última iteración de la saga y a mí francamente me encantó.
Pero haciendo retrospectiva, sí, a grandes rasgos Silent Hill 2 fue el gran representante de esta franquicia, básicamente porque mejoraba todo lo que introdujo el primero sin alterar la fórmula. No es por tanto de extrañar que haya sido el candidato para recibir un remake tras más de veinte años, que se dice pronto.
Como habréis adivinado, el pedazo de vicio que me estoy metiendo me ha inspirado para escribir este artículo, lo cual tampoco viene mal para desconectar un poco. Y no me refiero al número de horas delante de la pantalla, sino a la sensación de perderte en una auténtica pesadilla, hasta el punto de parar voluntariamente en busca de la realidad.
El remake de Silent Hill 2 cuida muchísimo la fidelidad a la obra original, introduciendo leves y respetuosas mejoras en la jugabilidad. Pero en este caso son los gráficos y no otra cosa lo que permite desplegar ante nuestros ojos la que seguramente sería la visión original de sus creadores.
Del juego, debo confesar, recordaba esbozos. Nada que ver con los Resident Evil que tenía mucho más frescos, no por gustarme más sino por ser más convencionales, más tangibles por así decirlo.
Por el contrario Silent Hill 2, junto al primero, eran casi únicos en su especie: títulos difusos e inconcretos, con una historia que podía desembocar en tantos finales como nuestras propias paranoias durante las partidas.
Con razón sólo recordaba que buscas a Mary, tu mujer fallecida hace tres años, y que el extraño pueblo sólo está habitado por unos pocos y enigmáticos personajes, amén de las abominaciones infernales. Eso y el "otro lado" tan característico de la saga.
Mientras aún juego ni siquiera sé muy bien hacia dónde desemboca mi aventura, pero todo hace presagiar que hacia nada bueno. Sí me he acordado de que uno de los finales dependía de visitar a María recurrentemente en el hospital, cosa que esta vez no he hecho a ver si consigo otro desenlace. Tiene gracia, ¿eh? No recuerdo exactamente la trama pero sí ese detalle.
Total que me veo interrumpiendo las partidas no por aburrimiento sino por puro desasosiego, como ya he dicho.
No es coña. Creo que el salto gráfico ha permitido representar los entornos como siempre deberían haber sido y en este sentido hay que rendirse ante el excelente trabajo de Bloober Team, encargados de tamaña obra. En este caso por gráficos entiendo todo el apartado visual, incluyendo la sobrecogedora ambientación.
Sólo hay dos títulos más que me los han puesto tan de corbata: Dead Space y, aunque haya pasado más desapercibido, MADiSON, que en realidad virtual debe ser la locura.
Pero volviendo al remake de Silent Hill 2, he querido escribir este artículo porque ningún otro juego, ni siquiera los recién mencionados, ha conseguido que dejara la partida fascinado y a la vez horripilado, esperando desconectar y tomar un poco de aire para volver a adentrarme en ese lugar impío.
Por desgracia tengo que cargarme un poco el misticismo de este artículo y poner verde el modo rendimiento, que extrañamente siguen empeñados en incluir aunque sea a trompicones. En este sentido me he acordado de Final Fantasy XVI y me he vuelto a preguntar si ésta era realmente la generación de los prometidos 60fps.
Es extraño, porque en algunos juegos, sobre todo de PlayStation Studios, hemos visto modos rendimiento estables como una roca y con unos pedazo de gráficos, pero sospecho que eso requiere un nivel de optimización que no está al alcance de todos los estudios.
Sea como sea, a diferencia de Final Fantasy XVI, aquí tenemos un videojuego pausado que puede disfrutarse perfectamente a 30fps, si queréis con el autoengaño de que son más cinematográficos. Creedme que lo merece, tanto si jugasteis en su día como si queréis vivir una experiencia verdaderamente genuina y espeluznante.