Este análisis ha sido realizado gracias a una copia facilitada por TNPR, título disponible en PS5 (versión analizada), PS4 y PC.

Hay juegos que saben destacar desde el primer momento en que se muestran. Un claro ejemplo ha sido Stray, ese juego que captó la atención del público desde el minuto uno por presentarnos a un adorable gato anaranjado como protagonista en un futuro distópico. De hecho, desde ese mismo momento se le conoce como "el juego del gato" y ha creado tanto hype que incluso antes de su lanzamiento oficial en digital ya se han confirmado sus ediciones físicas.

Por suerte, la espera ha terminado, y de mano de BlueTwelve Studio estamos a las puertas de poder meternos en la piel de un gato (muchos lo hemos deseado más de una vez cuando suena el despertador a las 8 de la mañana). Antes de embarcarte en tu propio viaje te contaré todo lo vivido en el mío. Ya os puedo adelantar que es mi GATY.

Entre gatos y robots anda la cosa

Llegados a este punto, seguramente todo el mundo sepa de qué trata Stray, pero aquí va un pequeño resumen. Controlamos a un gato que, inicialmente, estará vagando con su familia por un mundo donde los humanos son cosa del pasado y la naturaleza se ha hecho dueña de cada rincón. Sin embargo, este gatito se separa del grupo y acaba cayendo a una ciudad subterránea en la que solo habitan androides.

En su intento por reunirse con su familia de nuevo, el gato viajará por este mundo donde, llegados a cierto punto, se encontrará con un pequeño dron que le servirá de compañero y guía por este nuevo paraje, permitiendo así que pueda entender a los androides y el resto de cosas que le rodean.

Este dron, de nombre B-12, será el conductor de la historia de Stray. Porque, aunque nuestra misión como gato simplemente es volver con nuestro grupo, la cosa no es tan sencilla como parece y tendremos que colaborar con los androides si queremos volver a la superficie. Y todo esto no sería posible sin B-12. De hecho, es el personaje gracias al que el juego tiene diálogos y permite que la historia no se haga monótona.

Stray propone desde el principio una aventura desenfadada con toques de acción y algún que otro puzle. El riesgo del juego recaía en que estar en la piel de un gato no tiene que resultar en un juego aburrido.

Y esto se ha conseguido gracias al dinamismo entre el gato y los robots, y a una historia que, aunque simple, se disfruta mucho y consigue atraparte lo suficiente como para que quieras empezar a saber más de ese mundo aunque ni siquiera sea ese el planteamiento inicial.

Todo empieza con una familia, y el sentimiento de compañerismo y amistad se mantiene en todo momento. Por muy rara que parezca la combinación de personajes, a lo largo de toda la historia se refuerza que la unidad entre quienes buscan un mismo objetivo es la mejor forma de llegar a un fin. Y si una de las partes es un animal tan noble como un gato, el amor está asegurado.

Ser un gato es mejor de lo que puedas imaginar

Cuando hablamos de jugabilidad la expresión de "ponernos en la piel de un gato" es totalmente acertada. Nosotros controlamos al animal y podemos hacer las cosas típicas que hacen los gatos: arañar alfombras o sofás, empujar con la patita como que no quiere la cosa un bote de pintura y dar en la cabeza a un robot… Incluso hay un botón dedicado exclusivamente a maullar.

Y gracias a los compañeros de cuatro patas del equipo de BlueTwelve Studio, el movimiento del gato a través de nuestro mando se siente muy real. Los saltos, cuando andamos o corremos, los gestos o las acciones que hace el gato cuando estamos un tiempo sin movernos son totalmente representativos de un animal real. Y eso hace mucho para sentirte inmerso en el juego.

Para avanzar por ese mundo distópico tendremos que ingeniárnoslas. Mirar bien a nuestro entorno y encontrar esa ruta por la que podemos avanzar es la clave, pero también lo es encontrar la forma de llegar hasta allí. El dron que nos acompaña nos ayudará en algunas ocasiones, pero principalmente la tarea de abrirnos camino será responsabilidad nuestra.

En este sentido, Stray es un juego que no requiere mucha habilidad por nuestra parte sino más bien saber observar. Para completar la historia principal, los puzles que hay que superar no son nada complicados y, al no haber combate como tal, la continuidad del juego no se ve interrumpida prácticamente nunca. Pero si hablamos de querer hacer también las tareas secundarias tendremos que esforzarnos un poco más sobre todo en la parte de observar y explorar. En cualquier caso, nada que se vaya demasiado hacia lo complicado, así que en ningún momento se hace un juego pesado y mantiene esa ligereza que hace que apetezca jugarlo en cualquier momento.

Un mundo muy rico y lleno de vida... robot

Sobre el mundo de Stray, no podemos decir que sea un juego exclusivamente lineal. En gran parte sí, ya que recorreremos escenarios que tan solo requieren completar un puzle para seguir. Pero en alguna ocasión nos encontraremos en zonas más grandes donde tendremos cierta libertad de movimiento y de acción. Son en estas partes donde tendremos alguna pequeña tarea secundaria.

Gracias a B-12 podemos entender el idioma de los androides. Y hablar con estos, en ocasiones, nos introducirá en una búsqueda de algún objeto por el entorno que nos rodea. La solución puede estar en buscar en todos los rincones o bien en hablar con otros androides que nos puedan ayudar.

En cualquier caso, son tareas secundarias que decidiremos si queremos completar o no en nuestro paso por estas zonas. Pero ya os adelanto que estos androides son parte de la gracia del juego, así que pasar tiempo con ellos no se siente como una pérdida de tiempo en ningún momento.

¿Y dónde se guarda un gato los objetos que recoge? Pues en nuestro lomo tendremos un inventario accesible en cualquier momento gracias a nuestro pequeño amigo B-12, donde también podemos ver otros coleccionables como recuerdos. Si esto no es un gato bien preparado, no sé qué lo será.

En definitiva, completar la historia con la mayoría de sus coleccionables y misiones secundarias me ha llevado un total de 5 horas y cuarto, una duración que esperaba algo más larga. Sin embargo, si queremos completar el juego con todo lo posible por hacer, puede que el tiempo se nos vaya hasta las 8 horas como mucho. Pero esto sería solo una partida.

Si resulta que nos hemos dejado algo por el camino y queremos completarlo, quizá para conseguir el trofeo Platino, tendremos que volver a empezar una partida ya que el juego no cuenta con selector de capítulos. Así que el tiempo que podemos pasar en este juego puede incrementarse bastante, sobre todo si, como digo, queremos conseguir el Platino, ya que algunas acciones requieren un extra de tiempo.

Un viaje donde querremos perdernos

Ya hemos hablado de lo bien que se siente controlar a nuestro peludo protagonista, pero la inmersión se magnifica gracias al entorno. No se puede poner ni un solo "pero" al apartado gráfico de Stray, que nos deja a nuestro paso por las diferentes zonas del juego con escenarios que van desde interiores de instalaciones más oscuras hasta los grandes neones de la ciudad robótica.

El juego nos invita a mirar a nuestro alrededor para avanzar, pero aunque no fuera así nos quedaríamos embobados igualmente admirando cada estampado característico de la zona donde nos encontremos. Y lo bueno no se queda ahí, ya que cada rincón incluso en las zonas más grandes está detallado con gran resultado. Stray es uno de los juegos de mayor calidad que he tenido el honor de jugar en toda mi vida.

Si a todo esto le sumamos la banda sonora, que juega un papel muy importante en un juego como este en el que los diálogos son principalmente escritos y bastante escasos, y que se integra perfectamente en cada escenario y situación, resulta en un juego por el que no nos importa perdernos de vez en cuando.

He podido jugar Stray en PlayStation 5 y disfrutar de las ventajas que ofrece con respecto a la tecnología del DualSense. El juego hace uso de la vibración háptica para integrarnos aún más en el entorno gracias a la suave vibración de la lluvia, y por el altavoz del mando se puede oír cada maullido que hace el felino protagonista. Ambos elementos se combinan cuando, por ejemplo, el gato se duerme y podemos sentir en nuestras manos a la vez que oímos su suave ronroneo.

En cuanto al rendimiento, la sensación general es muy buena. Los tiempos de carga son prácticamente inexistentes, no he sufrido mala carga de texturas en ningún momento aunque sí he podido notar bajada de frames en dos ocasiones llegando al final del juego. Nada importante que haya durado más de dos segundos, sobre todo teniendo en cuenta el mimo con el que está hecho y detallado.

Otro aspecto que me gustaría destacar para bien son las físicas. Al ser un gato con opción a subirnos en prácticamente cualquier sitio que veamos, esto hace que nos choquemos con todo tipo de objetos decorativos como botellas, cajas y más. Ya sea pasando por su lado sin querer o empujándolo deliberadamente (los dueños de gatos saben de lo que hablo), no me he encontrado con ningún objeto que se haya vuelto "loco" con respecto a las físicas como ocurre en muchos otros títulos. Puede parecer una tontería, pero a mí me ha dejado muy satisfecha.

Resumen

Decir de Stray que es un simulador de gato es decir la verdad a medias. Sí, la sensación es totalmente esa cuando empezamos la historia y damos los primeros pasos con nuestro protagonista. Pero rápidamente la cosa cambia para adentrarnos en una historia con mucho más detrás y que implica tanto a los robots como al mundo que nos rodea. Es genial ser un gato, pero ha llegado el momento de ser algo más que eso.

A través de todo tipo de escenarios iremos descubriendo que volver a la superficie no es tarea fácil y que necesitaremos la ayuda de los androides, unos personajes de lo más curiosos y divertidos, y del pequeño dron B-12.

Así, iremos avanzando resolviendo puzles y escapando de algunos enemigos en persecuciones llenas de acción. Aunque la sensación general del juego es la tranquilidad y es que su sencillez hace que sea un juego perfecto para desconectar y para disfrutar a cualquier edad.

En lo técnico, no se puede poner ni una sola pega al rendimiento de Stray ni a nivel gráfico ni en jugabilidad. Lo único que puedo decir es que me hubiera gustado una historia más larga para pasar más tiempo en el pelaje de ese adorable protagonista.

Pero es uno de esos juegos a los que apetece volver después de un tiempo, y el hecho de que tenga coleccionables además de trofeos perdibles hace que, hasta que no lo consigas todo, se te quede esa espinita clavada de volver a jugarlo de nuevo.