Como jugador veterano, de esos que adoraban pasarse los juegos para desbloquear el contenido extra - una moda que, siendo justos, empezó más bien con la generación de 32 bits -, he visto con cierto pesar la evolución de los DLC y cómo han llegado a ser, salvo honrosas excepciones, partes del juego original extirpadas sin contemplaciones para ofrecerlas por un suculento precio.

Capcom no está libre de esta polémica, sino todo lo contrario, habiendo suscitado no pocas críticas a lo largo de los últimos años. Pese al encomiable esfuerzo de la compañía por crear el que probablemente sigue siendo referente como pináculo de la realidad virtual, el formidable Resident Evil 7 Biohazard, la tentación de rascar algunos euros más era demasiado fuerte, demasiado grande. Junto al juego, inmediatamente se anunció el nefasto pase de temporada y los dos primeros DLC (Grabaciones inéditas vol. 1 & 2), claramente recortados del título y vendidos aparte. Se cumplieron los peores pronósticos al comprobar que, una vez finalizadas las andanzas de Ethan, lo único que íbamos a desbloquear era un miserable modo de dificultad adicional.

Pero no es éste el caso del DLC que nos ocupa, El fin de Zoe. Esta vez hablamos de un contenido adicional, de esos que aportan un valor añadido y que, siendo justos, no tenía por qué estar en el juego original. De hecho ha sido desarrollado mucho después. Sólo por eso bien merece nuestra atención, así que veamos cómo es.

Encarnamos a Joe, hermano de Jack y por tanto tío de la joven Zoe. En la formidable cinemática inicial ya vemos que se trata de un armario empotrado con cara curtida y mirada de pocos amigos, descrito en el juego como un veterano de los pantanos. Nuestra grácil y endeble sobrina está infectada y abandonada a su suerte, así que, tras encontrarla inconsciente, enseguida nos pondremos manos a la obra en busca de una cura.

Lo primero que llama la atención es que Joe se abre paso a puñetazo limpio. Esto no deja de ser algo cuanto menos curioso: en todos los Resident Evil, los ataques cuerpo a cuerpo son el último recurso, y no es exagerado decir que si te quedas sin munición estás poco menos que muerto. Pero no es éste el caso de este DLC, donde nuestro gorila, a medio camino entre Popeye y Brutus, mete unos directos capaces de arrancarle la cabeza de cuajo a las criaturas que tanto respeto nos infundían. Si abrimos nuestro inventario, incluso veremos unas notas del propio Joe con unos consejos para ejecutar unos sencillos aunque demoledores combos.

Junto a nuestros puños de acero, a lo largo de la aventura haremos acopio de unas jabalinas, que más tarde podremos construir combinando ramas de árbol y algunas piezas metálicas; ni que decir tiene que, en manos de Joe, estos proyectiles equivalen a los de un bazuca, por lo que donde pongas el ojo pondrás un bonito fiambre. El protagonista también va recolectando insectos bastante repugnantes en un saquito, que puede o bien comerse directamente o bien mezclar con productos químicos para crear botes de medicina, de manera similar a las típicas hierbas verdes. Por último, a lo largo de la aventura encontraremos unos púgiles hechos con retales de trapo, como si fueran muñecos de vudú, que aumentarán (aún más) la fuerza de nuestros ataques, ¡como si necesitáramos esa ayuda extra!

El resto consiste en avanzar y purgar las abominaciones del pantano, ya sea cara a cara, en lo que podría ser un curioso simulador de boxeo, o bien utilizando el sigilo para machacarlas de un solo golpe. Y como objetivo claro, el ya mencionado de encontrar la preciada cura para Zoe. Eso sí, olvidaos de puzles en esta ocasión.

Gráficamente este DLC mantiene el estilo del juego original, lo que viene a significar que se ve de maravilla, con un motor propio que Capcom hizo para la ocasión y que a mí personalmente me encanta. Esta vez, más que en interiores, la acción se desarrolla en los pantanos, por lo que tendremos a la vista muchos más elementos: matojos, ramas, barro, agua y por supuesto algunas cabañas y construcciones donde iremos entrando.

Si decides ponerte PlayStation VR para jugar, puede que te enfades un poquito. No porque la experiencia no sea gratificante, al contrario: te acordarás de esa primera sensación con Resident Evil 7 Biohazard, y volverás a preguntarte por qué nadie ha vuelto a hacer algo tan alucinante después de todo un año. Este título sigue siendo el triple A de la realidad virtual y un recordatorio de lo que PSVR puede ofrecer. Mirar a tu alrededor en medio del pantano, observar cada detalle, volver a asomarte por las esquinas para echar un vistazo... ¡qué recuerdos!

En el aspecto sonoro este DLC introduce la música en momentos puntuales para enfatizar la tensión, cosa que logra, si bien es cierto que con un protagonista que desayuna caimanes el miedo se desvanece un poco. Las voces están en castellano, aunque presiento que en inglés deben subir el listón, ya que en la lengua de Cervantes la voz de Joe no es lo que se dice muy viril. A destacar también el sonido ambiental del pantano en plena noche, cuando se desarrolla la acción.

Sobre la duración de El fin de Zoe se ha dicho que es algo escasa para el dinero que cuesta, pero sin ánimo de hacer un cálculo euro/hora puedo decir que, como simple valor añadido, funciona bien. A poco que te entretengas puedes irte a las dos horas o más, pero tal vez merezca la pena esperar un poco para conseguirlo a un precio rebajado. Mientras tanto no olvidéis que tenéis a vuestra disposición el DLC gratuito No soy un héroe, que incluso conviene jugar antes que éste.

Conclusión

El fin de Zoe es un DLC que aporta un verdadero valor añadido en forma de una historia paralela.

Podría ser más largo y elaborado, desde luego, pero entretiene de principio a fin y, lo que es más importante, sabe añadir unas mecánicas nuevas en forma de una lucha cuerpo a cuerpo nada habitual en la saga Resident Evil.

Muy recomendable si te gustó el juego principal y casi imprescindible si tienes PSVR, donde por sí mismo supera a muchos juegos completos de segunda fila.

Donde comprarlo

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