Este análisis ha sido realizado con una copia facilitada por Koch Media. Juego disponible en NINTENDO SWITCH, PC, PLAYSTATION 4, PLAYSTATION 5 (versión analizada), XBOX ONE y XBOX SERIES S/X.

Introducción

Había una vez una consola llamada PlayStation 2, que arrasó como ninguna otra que yo recuerde. Aquella máquina bendita no sólo vio nacer algunas de las sagas más emblemáticas de lo que hoy es PlayStation Studios, sino que contaba con un apoyo incondicional y descarado de todas las third parties, que se pegaban por sacar sus novedades en "la pley".

Entre esos desarrollos de terceros, guardo un especial cariño por las dos primeras entregas de Project Zero (Fatal Frame en América): una vuelta de tuerca a los survival horror tan de moda por aquel entonces, que para diferenciarse nos proponía una trama muy japonesa donde combatías los fantasmas a golpe de cámara, sacándoles fotos.

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Digo que tengo cariño a los dos primeros juegos porque consiguieron lo impensable: que mi antigua novia compartiera conmigo una experiencia videojueguil, ya que nos los pasamos juntos. Le chiflaba eso de matar fantasmas con cámaras, qué queréis que os diga.

Curiosamente nunca jugué a la tercera entrega y después la saga se pasó a Nintendo en busca de oxígeno, concretamente a Wii la cuarta parte, y a la denostada Wii U la quinta y la que nos ocupa en este análisis. Hablamos de Project Zero: Maiden of Black Water.

Es obvio que para un remaster con motivo del veinte aniversario han contado con la versión más moderna disponible, pero ¿es también la mejor? Vamos a descubrirlo.

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Terror a la japonesa

Hay un terror que puso de moda The Ring y al que siguieron otras películas, entre las cuales yo destaco La Maldición como una de las cintas más espeluznantes y desagradables que he visionado. Se trata de un estilo genuinamente nipón, que mezcla una ambientación muy autóctona con un cierto gusto por lo inverosímil.

En realidad Tecmo se adelantó y ya nos trajo el primer Project Zero allá por 2001, anticipándose a lo que luego sería la eclosión de este particular subgénero al menos en occidente.

Centrándonos en Project Zero: Maiden of Black Water, lo que tenemos es un argumento que gira en torno al monte Hikami: un lugar maldito al que acuden los suicidas aunque antaño fuera un popular centro turístico.

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Hay una serie de historias relacionadas con el monte que siempre atañen a la pérdida de alguien querido, ya que las desapariciones son el pan de cada día en este entrañable lugar. Dichas historias son vividas, o más bien padecidas, por un grupo de personajes que hacen las veces de protagonistas.

Así tenemos a Yuri, aprendiz de la pitonisa Hisoka y medium con un pasado traumático; Miu, una chica que comparte estas habilidades y busca a su madre Miku; y Ren, investigador de lo paranormal al que siempre acompaña su fiel ayudante Rui.

La trama, que en realidad es imposible reventar por mucho que uno quiera, alude a unas antiguas tradiciones por las que introducían a muchachas en unas horrendas cajas decoradas antes de sumergirlas bajo las aguas, en un tipo de ritual grotesco.

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Un mal de nuestro tiempo

Hay que empezar a darle algunos tirones de orejas a Project Zero: Maiden of Black Water, ya que el argumento es innecesariamente enrevesado, desembocando en una suerte de información ambigua y carente de mucho sentido, donde tenemos la sensación de estar leyendo una y otra vez los mismos documentos.

Esto ocurre por el principal problema del juego: es esencialmente repetitivo. Y es una lástima, porque responde a esa moda de alargar artificialmente la duración. Sólo que aquí, al no haber un mundo abierto donde meter chorradas, lo que han hecho es duplicar las misiones cambiando de protagonistas, y a veces ni eso.

Me paro a pensar en los primeros Resident Evil y, concho, ahí no dejabas de dar vueltas todo el rato por las mismas estancias; la diferencia es que lo hacías con unos puzles desafiantes y unos objetivos claros, en medio de una trama que iba a más y ya puestos con algunos monstruos para tocar las narices. No puede decirse lo mismo de Project Zero: Maiden of Black Water, donde la historia es farragosa y se repite más que el ajo, aparte de que las incursiones masoquistas en el monte Hikami consisten en ir de un punto a otro y vuelta a empezar.

Lo peor de esto es que era innecesario, porque la obra de Tecmo Koei es bastante larga, sin duda más de lo que debería, y sin embargo habría ganado en intensidad acortando la duración y centrándose en una historia más verosímil.

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Voy más allá: teniendo el juego ocho finales, no entiendo cómo los desarrolladores no han tenido la picardía de presentar recorridos alternativos en función de nuestras elecciones, lo que además fomentaría la rejugabilidad. En su lugar, tienes que tragarte quieras que no los catorce niveles (más un prólogo y un interludio) y sólo hacia la conclusión de la aventura, dependiendo de unas decisiones totalmene impredecibles, veremos los distintos desenlaces.

Lo mismo puede decirse de los enemigos: los fantasmas se repiten demasiado, aunque es cierto que lo hacen en los mismos escenarios, lo cual tiene sentido. En cualquier caso dejan de asustar al poco tiempo, entre otras cosas porque el juego nos nutre con un exceso de píldoras curativas y materiales de ayuda. En este sentido recomendaría elevar la dificultad para experimentar algo más cercano al miedo.

Slasher a su manera

Chicos guapos y jóvenes, algo de sexo y... ¿terror? Así son los llamados slasher, y curiosamente funcionan. Algo atávico hay en los instintos más primarios, de modo que no chirría ver a dos jovenzuelos retozando mientras Jason Vorhees acude raudo a decapitarlos en una orgía de sangre y sexo.

En el caso de Project Zero: Maiden of Black Water, no se puede decir que el objetivo fuera nada ni remotamente cercano a esto, y de hecho el resultado no se le parece. Pero sí existe ese particular componente picante, esta vez representado por las frágiles e impresionables adolescentes japonesas a las que puedes vestir con paños menores para ir a la montaña. Todo muy lógico.

Encima, con el tema del agua como objeto de la maldición, no será raro que las muchachas sean empujadas a un charco, o mismamente que llueva, y por si os lo estáis preguntando claro que se han currado el efecto de las transparencias cuando las chicas se mojan.

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Para mí esto ha sido ciertamente chocante viniendo del Project Zero original, y me doy cuenta del precio que ha pagado Tecmo a medida que vinculaba el éxito de su emblemática saga Dead or Alive a la exuberancia de sus luchadoras. Claro, llega un momento en que ya no saben si venden por los juegos en sí o para que los clientes se alegren la vista, así que por si acaso vamos a meter algo de carne en este Project Zero: Maiden of Black Water.

Es una pena, ya que en mi opinión sí puedes insinuar una cierta sexualización en un título de terror, con unos protagonistas atractivos contrastando con el entorno, aunque sin caer en el sinsentido. No digo que no metas trajes, pero caramba no un tutú con medio culo al aire. Ahora bien, queda por ver si esta vez llegan los modelitos directamente eróticos que en la versión de Wii U se quedaron en Japón; lo dudo mucho en el occidente del siglo XXI, donde seguimos padeciendo censura y PEGI 18 está de adorno. Y es que una cosa no quita la otra.

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Volviendo a Dead or Alive, os gustará saber que una vez completada la aventura principal podemos acceder a cuatro capítulos adicionales protagonizados por la bella ninja Ayane, donde además se introducen nuevas mecánicas de sigilo, eso sí en los mismos escenarios. De lo mejor del juego.

Apartado técnico

Proyect Zero: Maiden of Black Water es un survival en tercera persona, donde recurrimos a una linterna para bandearnos, aunque en realidad no hay zonas completamente oscuras como tales.

Entrando en los gráficos, lo que tenemos aquí es un remaster de Wii U, pero esto se nota más bien en el tema de la resolución, el frame rate y la ausencia de popping. El resto de aspectos visuales no distan mucho de lo que eran y, salvo por algún entorno más bien peleón sobre todo cuando está bien iluminado, tanto el bosque como las casas abandonadas y las cuevas cumplen bien en la penumbra. A destacar el modelado de las chicas, claramente superior al del protagonista masculino.

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Con respecto al sonido, tenemos unos efectos bastante currados que saben transmitir angustia e incomodidad cuando aparece un fantasma, máxime al enfocarlo. La música, si es que puede definirse como tal, es una melodía angustiosa que enfatiza el ambiente opresivo, desde luego bastante genuina.

Sobre el tema del idioma, hay disponibles voces en inglés o japonés, y subtítulos en inglés, francés o alemán. Sinceramente, a la hora de hacer un remaster, con las pocas líneas de diálogo que tiene Project Zero: Maiden of Black Water, me pregunto qué les habría costado hacer una traducción decente al castellano; además el tratamiento de los textos en este caso es muy culterano, requiriendo un nivel alto para leerlos cómodamente.

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Por último, a modo de curiosidad decir que la cámara se puede manejar con los sensores de movimiento del mando, lo que tiene su punto. Por desgracia no se aprovechan las capacidades hápticas del DualSense y esto me hace pensar en un port al que han colocado el logo de PS5, pero esencialmente es el mismo juego que en PS4 y se podría jugar por retrocompatibilidad.

Conclusión

Pedí para analizar Project Zero: Maiden of Black Water porque guardaba muy buen recuerdo de las dos primeras entregas, y lo que me he encontrado es un título aquejado por un vicio actual como es la duración artificial.

Así, el juego tiene un arranque prometedor, pero en cuanto entiendes que la repetición de los mismos escenarios es una dinámica constante, empiezas a tener una cierta prisa por avanzar, lo cual se acentúa porque terminas perdiendo el miedo a unos fantasmas que obviamente también acaban siendo recurrentes.

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La trama tiene que sostener esta duración estirada como un chicle, de modo que los protagonistas van y vuelven de la montaña como quien va a comprar el pan, a veces incluso para hacer prácticamente lo mismo. No hay una narrativa sólida, y los documentos que encontramos no terminan de ambientar como deberían.

Con todo, Project Zero: Maiden of Black Water no es un paseo por el parque, atesora ciertos momentos bastante lúcidos y conserva esa ambientación tan genuina de la saga. Aparte, los capítulos adicionales con Ayane suponen todo un soplo de aire fresco.

En definitiva, lo que tenemos aquí es una experiencia de terror bastante fallida que sin embargo gustará a los amantes del género, pero no puedo recomendársela a otros jugadores.