Hace ya mucho tiempo, cuando descubrí con fascinación los salones recreativos y necesitaba una especie de tarugo de madera para llegar a los controles y echar mis primeras partidas, me quedé prendado de un juego de plataformas llamado Athena. Y no porque fuera especialmente bueno, sino porque mis amigos y yo descubrimos un truco para jugar partidas infinitas, echando un duro que la máquina devolvía una y otra vez hasta que te daba un crédito por la cara. Esa ilusión infantil de romper las reglas, incluso las más elementales, me hizo sentir que había descubierto un tesoro, que era más listo que nadie, pero sobre todo me hizo enamorarme del género de las plataformas.

Esa pasión se mantuvo durante muchos más años en los que disfruté de grandes clásicos. Pero un día se rompió, cuando probé mi primer juego de plataformas en 3D, de cuyo nombre (a diferencia de Athena) no quiero acordarme. De pronto, la simpleza pero altísima jugabilidad de estos juegos había dado paso a una profundidad innecesaria. Llegué incluso a olvidarme de este género que había sido de mis favoritos, hasta que por fin me reconcilié con él gracias a Maximo: Ghost to Glory, un heredero espiritual del Ghouls 'n Ghost que tanto me gustaba. Volví a cogerle el punto a eso de ir dando saltos, esta vez en 3D, y pronto siguieron muchos otros títulos.

Por eso, cuando me enteré de que en PlayStation VR acababa de salir un juego de plataformas, no pude evitar sentir un especial interés. Ese juego se llama Mervils: A VR Adventure, y éste es su análisis por un servidor.

Voy a empezar siendo optimista y dando una buena noticia: Mervils no sigue esa nefasta moda de la primera hornada de juegos de realidad virtual, muchos de los cuales no son más que demos técnicas que no pasan de rascar la superficie. En este caso la percepción es claramente la de un juego completo, cuya duración puede extenderse más allá de las 10 horas. Por otro lado, sin embargo, ha sido desarrollado por Vitruvius, un estudio canadiense menor que ha intentado compensar con muchas ganas una clara falta de recursos.

En Mervils encarnamos a un guerrero anónimo, creado previamente con un sencillo editor, que debe reunir las páginas perdidas de un libro mágico a lo largo de cinco mundos y otras tantas zonas, para así poder plantar cara al mago oscuro Balazar. En su camino, nuestro héroe contará con la inestimable ayuda del mago Merlyn (sic), que hará las veces de guía, e interactuará con muchos personajes secundarios, quienes le van a dar pistas para conseguir más y más páginas del libro perdido.

Éste es sin duda el punto más fuerte del juego: la variedad de puzzles y pruebas distintas a superar para ir reuniendo dichas páginas. Realmente no existe una sensación de estancamiento y siempre hay cosas nuevas que hacer. Algunos de los puzzles, sin llegar a ser un quebradero de cabeza, son lo suficientemente complicados como para suponer un reto. De hecho, las plataformas en Mervils son algo secundario y si el juego tuviera que destacar por eso, quedaría mucho peor parado.

Aunque los controles son buenos y responden bien, a nivel jugable es muy sencillo, con saltos sin mayores complicaciones y unos monstruos meramente anecdóticos que no suponen reto alguno. Para cualquier jugador mínimamente avezado, este Mervils debe ser considerado como un juego de ingenio sobre una base de plataformas. Mención aparte para los imponentes final bosses: aunque no son ni mucho menos difíciles, al enfrentarlos sí encontraremos aquí una barrera a superar que al menos nos hará prestar atención y no dormirnos en los laureles. También es justo decir que en las fases de “conducción” (en trineos, vagonetas y hasta un barco), se explota más el elemento puramente jugable que nos exige buenos reflejos.

El desarrollo indie del juego se nota ante todo en sus limitaciones gráficas. La aventura tiene lugar entre unos islotes de tierra flotante y tamaño variable, interconectados entre sí a través de puentes colgantes, puertas mágicas y otros medios. A partir del tercer mundo, da la impresión de que los desarrolladores han querido explotar (o se les ha ocurrido) la idea del entorno como un diorama o maqueta, y entonces vemos referencias a objetos reales, que aparecen enormes, como si de pronto nuestro héroe hubiera sido en todo momento un muñeco o una miniatura. Este recurso apenas consigue disimular un acabado gráfico que, seamos realistas, además de muy simple es feo (no se me ocurre mejor palabra), salvo honrosas excepciones.

Por suerte no hablamos de un juego que se ve en una televisión convencional, sino que aquí entra en acción la magia de la realidad virtual. La cámara puede situarse detrás del protagonista, siguiéndolo, o en un punto fijo que podemos ir cambiando. Sea como sea, la inmersión es muy elevada y, salvando las distancias, transmite las sensaciones de Tethered, como si el jugador fuera una especie de observador manipulando sus figuritas.

El sonido cumple a secas, con la curiosidad de que la música proviene de una especie de gramolas repartidas por el escenario, así que la escucharemos más alta a medida que nos acerquemos. Los efectos son sencillísimos pero de alguna forma entrañables, con el protagonista gritando cuando salta a lo Super Mario e, inclusive, con un sonido al recoger monedas que recuerda mucho al de la saga del fontanero italiano. A destacar las voces de los final bosses, con cuyo doblaje sin duda los creadores del juego se lo deben de haber pasado pipa, y es que se nota la pasión que han puesto en ese tono amenazante y sobrecogedor, aunque el efecto sea más bien arrancarte una sincera sonrisa. Por si había dudas, tanto textos como voces están en perfecto inglés, aunque es posible completar el juego sin enterarse de nada.

Una curiosidad del juego es que hay repartidos por el mundo unos libros que, al acercarte, te invitan a pulsar el botón Options para acceder al menú. Sin embargo, no hay diferencia con pulsar el mismo botón en cualquier punto del juego. Por los comentarios del equipo en Steam, parece que estos libros estaban pensados como puntos de guardado, ya que algunos usuarios se lamentaban de la falta de éstos -el juego simplemente guarda tu equipo, monedas y las hojas del libro que vas recogiendo, pero si vuelves a entrar en una zona debes volver a recoger los objetos y resolver los puzzles-. Sin embargo, de poder guardar la partida, ésta es una opción que no está habilitada en PlayStation 4.

CONCLUSIÓN

Mervils: A VR Adventure es, ante todo, un tipo de juego que no abunda en el catálogo de PlayStation VR, mezclando ingeniosos puzzles con plataformas sencillas pero disfrutables. Entre los títulos disponibles para el dispositivo, destaca por transmitir la sensación de ser un juego completo, que necesita no pocas horas para completarse.

Su talón de Aquiles son unos gráficos de otra generación y un diseño en general bastante tosco. Sin embargo, si usamos la consola para jugar y no para quedarnos mirando, Mervils, por 15.99 euros, es preferible a otras demostraciones técnicas que acaban en un suspiro.

En definitiva me he divertido, pero sobre todo, recordando mi reconciliación con los juegos de plataformas 3D, me he planteado las maravillosas aventuras que podríamos ver en realidad virtual. Esperemos que este modesto título inspire a otras compañías desarrolladoras para invertir en una tecnología que, sinceramente, si la pruebas ya nunca verás igual una televisión.