No hemos tenido juegos de snowboard en un tiempo, mucho menos uno bueno, y podríamos extrapolar esto a todo el género de los deportes extremos en su conjunto. Parece que la edad de oro de SSX y Shaun White Snowboarding en PlayStation 2 ha terminado definitivamente. Mark McMorris Infinite Air intenta llevar este género de nuevo a sus alturas originales, pero no os equivoquéis, este no es el próximo SSX. Sin embargo, esto no significa que el primer título de deportes extremos de la desarrolladora HB Studios, sea particularmente malo. De hecho, los controles son bastante simplistas y fáciles de aprender.

El regreso del snowboard

Mientras que los controles generales se sienten muy intuitivos, existen algunos problemas. Por un lado, es bastante difícil controlar la rotación en el aire cuando giramos o hacemos un barrel roll, por lo que es casi imposible aterrizar usando trucos más complejos, lo que lleva a la frustración. Hay tutoriales para ayudarnos a familiarizarnos con los controles, pero sólo nos enseñan algunas herramientas para hacer trucos.

Una vez que entremos en el juego, contamos con tres modos principales. El modo circuito se compone de cursos cada vez más difíciles, así como los desafíos que nos permiten desbloquear elementos para personalizar nuestro personaje. Mientras competimos con un snowboarder profesional al final de cada circuito, la mayor parte del tiempo nos encontraremos solos. Algunos de estos cursos son divertidos para explorar y experimentar con nuevos trucos, pero habría sido agradable tener algunas carreras de varios jugadores para agregar cierta variedad y emoción.

También podemos explorar un mundo abierto generado al azar y practicar libremente snowboard por los alrededores, pero los mapas generados son a menudo aburridos y carentes de personalidad.

Naturalmente, la disponibilidad de tramos y mundos generados por los usuarios significa que nosotros mismos podemos crear nuestra propia montaña en el World Editor, primero eligiendo la semilla que genera nuestra montaña, luego colocando adornos alrededor para crear nuestros propios parques de nieve. Es una buena característica que nos permite crear pistas realmente divertidas, y contamos además con la opción de descargar contenido hecho por otros usuarios ganando así el juego en duración y rejugabilidad.

Hay sin embargo un gran problema ligado a lo antes comentado, y es que nuestra diversión dependerá completamente de la comunidad. Por supuesto, el desarrollador añadirá novedades en futuras actualizaciones, pero el juego peca de una falta de personalidad; Se parece más a una pizarra en blanco para que la comunidad construya sobre un título de snowboard, y el hecho de que el estudio haya metido solamente un mapa para jugar, deja bastante que desear, y más si tenemos en cuenta que el título cuesta 49,99€ en la PS Store.

En principio todo parece bastante natural hasta que las cosas se desmoronan poco a poco. Las manos y los brazos se mueven de manera antinatural durante algunas transiciones. Definitivamente esto nos sacará un poco del juego, al igual que la aparición de la nieve como algo que servirá para que nuestro personaje se caiga en vez de interactuar de otras formas con esta. Aun así, el mundo se ve bien y nunca hay ninguna desaceleración, pero definitivamente falta vitalidad y actividad en la pista. Se puede concluir en vista de lo dicho, que hubo mucho esfuerzo puesto en el apartado gráfico, pero las cosas no casan en conjunto en un mosaico perfecto.

Afortunadamente, el apartado sonoro de Mark McMorris Infinite Air es bastante mejor y más sólido. Los mejores aspectos residen en los efectos de sonido. Volar por la nieve suena increíblemente bien cuando el aire nos golpea, al igual que cuando nos estrellamos. Es una pena que la música sea tan mediocre, porque está claro que los esfuerzos se han centrado en otros aspectos del audio. Afortunadamente, los beneficios superan con creces los aspectos negativos en este sentido.

Conclusión

Mark McMorris Infinite Air ofrece un duro, pero agradable juego de snowboard. Sin embargo, no consigue un equilibrio perfecto entre la simulación y la accesibilidad arcade. Su empinada curva de aprendizaje nos tomará tiempo para interiorizarla, pero el viaje de aprender las mecánicas merece la pena. Es un juego satisfactorio a la par que defectuoso, que se siente visualmente como un borrador. La banda sonora también podría haber estado un poco más trabajada, pero los efectos de sonido son bastante buenos. En definitiva, tenemos un título sólido para aquellos que aman el snowboard y los juegos basados en la simulación, pero no es una buena compra para aquellos que buscan algo de diversión casual en este deporte.