Introducción

Déraciné fue anunciado casi de tapadillo en el último E3, cuando parecía que la conferencia de Sony ya había concluido tras una alarmante falta de novedades para PSVR. Sin embargo ahí estaba este juego, algo extraño por su aspecto, del que destacaba su director: Hidetaka Miyazaki, padre nada más y nada menos que de Dark Souls.

Déraciné no pudo, ni en broma, compensar la decepción de los usuarios de PlayStation VR, pero al menos dejaba una promesa en el aire. Veamos cómo se ha materializado dicha promesa y lo que vamos a encontrarnos.

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Sin embargo, debo decir que no es sencillo analizar Déraciné. No es un juego ni remotamente común, y trata de ser original y tocar nuestros corazones. El problema es si lo consigue. Veamos pues.

Una historia diferente

De Miyazaki muchos habréis escuchado que, no sabiendo bien inglés pero siendo un ávido lector, devoraba libros aún no traducidos al japonés de los que se medio inventaba las partes que no entendía. Eso conformó una forma de hacer videojuegos donde las historias no vienen mascadas, sino que el jugador debe atar cabos para hacerse una idea fidedigna de la trama.

Déraciné sigue esa línea, con una historia que está ahí, en el ambiente, en los personajes, en los objetos... No vamos a encontrarnos un cuento ni una aventura al uso, no hay una secuencia introductoria ni un resumen de lo acontecido. Por lo tanto, sirva esto de primera advertencia a quienes esperan un juego convencional: en tal caso puedes dejar de leer ya mismo.

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Veamos, ¿en qué consiste esta historia, a grandes rasgos y sin ánimo de hacer destripes? Pues básicamente somos una faerie, traducido como espíritu aunque más bien sería un hada. Y como tal, lo que debemos hacer es ayudar a un grupo de muchachos en sus andanzas por un orfanato, desde las más pueriles hasta las más determinantes según avanza la trama.

Un bonito pero recurrente entorno

Los chavales, como os contaba, son huérfanos y viven en un caserón enorme con una iglesia anexa, jardín, un riachuelo cercano y hasta un auditorio. Por sus nombres apostaría a que son húngaros, y por el ambiente diría que los hechos discurren en algún punto del siglo XIX. Nadie te dice esto, por supuesto.

Qué hacen un puñado de huérfanos (concretamente tres chicos y tres chicas) en un "casoplón", donde aparentemente tan sólo hay un director anciano, un perro y un gato, forma parte del misterio. Algunas pistas repartidas por las amplias estancias sugieren algo al respecto, sin llegar a dejar nada claro, sin dar nada mascado como ya he dicho.

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La primera sensación es inmejorable: excelente ambientación, buenos medios detrás, una gran casa, mucho por explorar. El problema es que, a lo largo de las distintas fases, si acaso vamos a poder entrar en más habitaciones (todas muy parecidas), pero no vamos a descubrir entornos realmente nuevos salvo por una parte de la aventura bastante impresionante aunque puntual.

Esto significa que, desde una perspectiva en primera persona, esencialmente vamos a movernos por zonas ya conocidas e incluso vamos a volver sobre los mismos acontecimientos varias veces, puesto que Déraciné juega con los viajes en el tiempo como veremos a continuación.

Los anillos del tiempo

Como hada o espíritu, para nosotros no existe el discurrir del tiempo. Esta idea, sin más, me ha parecido brillante. Por lo tanto, en Déraciné nos desplazamos por la pantalla mientras todo está congelado, incluso los pájaros en el cielo.

Encontramos no sólo a los propios niños, sino reflejos de dónde han estado, a modo de sombras. Interactuando tanto con las sombras como con los huérfanos en sus posiciones reales, así como los objetos que llevan, podremos acceder a recuerdos y conversaciones.

Déraciné es en realidad un juego de puzzles no muy difícil, con una trama eso sí más compleja de lo que parece, donde tienes que ir de un punto a otro atando cabos hasta solucionar la papeleta y dar el salto al siguiente espacio temporal.

Hablando de saltar, disponemos de dos anillos: uno que puede robar el tiempo de los seres vivos y otro que permite básicamente viajar en el tiempo. Como buena obra de Miyazaki, el juego no lo deja muy claro. Parece que para viajar hacia atrás debemos usar la esencia de un ser vivo, mientras que si no simplemente vamos dando saltos hacia adelante según pasa el tiempo, eso sí siempre en un momento dado donde todo está inerte.

Un control fruto de la inexperiencia

El control de Déraciné es producto, sencillamente, de una empresa como From Software que hace su primera incursión en la realidad virtual. Así, siento mucho deciros que no hay movimiento ni giros libres, sino que todo funciona a base de teletransporte y giros secuenciales.

Lo sé, lo sé, es una lata. También te avisan entre cada fase, por si quieres seguir jugando o salir al menú principal, no te vayan a dar los mil males de la realidad virtual. Y antes de que me olvide: los Move son imprescindibles.

Todo esto demuestra, a mi modo de ver, lo nueva que es esta tecnología, no tiene más misterio. Aún así, resulta llamativo que no se hayan incluido algunas opciones de personalización, ya que las disponibles son mínimas. Al fin y al cabo, sí lo hicieron Capcom con Resident Evil 7 o Bethesda con Skyrim VR.

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No obstante voy a echar un capote al juego y deciros que, tal y como está concebido, el movimiento por teletransporte y los giros secuenciales no chirrían tanto como cabría pensar. Al fin y al cabo, si el tiempo está detenido, pues tiene su lógica, ¿no?

Valores de producción

Los amantes de los gráficos están de enhorabuena, ya que lo primero que llama la atención de Déraciné es su buen acabado en general. Si bien alguna textura tarda algo más de lo deseable en cargar, por lo general el aspecto del caserón y zonas aledañas es excelente, y los modelados de los personajes no se quedan atrás.

Eso sí, la repetición de las mismas zonas en cada fase llega a decepcionar un poco, sobre todo porque algo en tu cabeza te dice que Déraciné, siendo un título de realidad virtual, no va a ser muy largo. De hecho me ha durado siete horas y al completarlo me ha saltado directamente el trofeo de platino; eso sí, para quienes quieran enterarse de todos los entresijos de la historia una segunda vuelta es más que recomendable.

Con respecto al sonido tenemos mucha calidad, tanto en forma de una música preciosa (aunque para algunos será demasiado apacible) como de unas voces en perfecto castellano, que por momentos resultan incluso entrañables.

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Conclusión

Anda que menudos juegos nos ha traído la realidad virtual, ¡a cada cual más raro! Otros preferirán referirse a estos títulos como originales. Sea como sea, casi todos intentan compensar con nuevas mecánicas un denominador común: nadie quiere poner la carne en el asador, es decir la pasta, y me temo que From Software no es una excepción.

Déraciné es por tanto la carta de presentación de esta empresa en la realidad virtual, un primer paso por así decirlo, que intenta maquillar con originalidad un presupuesto evidentemente modesto, amén de unos medios limitados.

Decir esto de los creadores de Dark Souls o Bloodborne duele, pero es lo que hay amigos. Ahora bien, tampoco seamos injustos con el título que nos ocupa: es diferente, es entretenido y por momentos llega a transmitir esa magia especial de Miyazaki. Por momentos.